La Reserva Marina del Norte de Menorca celebra este año su 25 aniversario y lo hace con una sensación agridulce. Por un lado, es evidente la mejora que la creación de este espacio protegido ha significado para los ecosistemas marinos del norte de la Isla desde 1999, y por el otro existe cierta preocupación entre expertos y entidades relacionadas con la preservación del medio ambiente por los datos que demuestran que la evolución de la biomasa marina se ha estancado e incluso ha descendido algunos años.
Los datos de la reserva del norte de la Isla contrastan especialmente con la situación en otros espacios marinos protegidos de Balears, donde los últimos censos indican una importante recuperación de la población de peces. Por ello, diversas voces procedentes de entidades como el GOB Menorca o la Fundación Marilles, de organismos como el Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam) o incluso de las cofradías de pescadores de la Isla, piden cambios en la gestión y zonificación de la reserva, que permitan aprovechar todo el potencial de este espacio privilegiado, así como una mejora de la vigilancia.
La amenaza del furtivismo
Las reservas marinas son espacios protegidos, cuyo objetivo principal es la regeneración de los recursos pesqueros. Por ello, Xavier Marquès, presidente de la Cofradía de Pescadores de Ciutadella, recuerda que la Reserva Marina del Norte de Menorca fue promovida por los mismos pescadores, con la idea de que a la larga sería un beneficio para ellos. «Al final no ha dado tan buenos resultados como creíamos, y a veces hacemos reuniones y no acabamos de tener claro si es por culpa del furtivismo o por la contaminación del agua, porque es de las pocas reservas de Balears en las que no se está produciendo un aumento significativo de la biomasa marina», asegura Marquès.
Al igual que los pescadores de Ciutadella, desde el GOB también se muestran críticos con la marcha de la reserva, especialmente durante la última década. «Hubo una serie de años en los que la evolución fue muy buena, pero esto rompió hace siete u ocho años, cuando de repente nos empezaron a llegar voces de que no había nada de control y que todo el mundo se estaba tirando a hacer furtivismo. Y, efectivamente, el estudio que se hizo en 2017 mostró una bajada del 70 por ciento de la mayoría de peces, y desde entonces no estamos tan mal, pero no nos acabamos de recuperar», señala Miquel Camps, coordinador territorial de la entidad.
Precisamente, desde el Consell, la administración encargada de la vigilancia en la reserva, confirman que durante unos años las tareas de control se relajaron, lo que provocó un descenso de la biomasa marina. «En la reserva se lleva a cabo una tarea de vigilancia, pero entre los años 2015 y 2018 quedó disminuida por cuestiones de personal, lo que repercutió directamente en el volumen de peces», afirma Simón Gornés, conseller de Medio Ambiente, quien reconoce que el furtivismo «puede tener una influencia directa sobre la biodiversidad de estas zonas».
Biomasa marina estancada
Por su parte, la técnica e investigadora del Obsam Eva Marsinyach explica que cuando se crea una reserva se observa un incremento inmediato de la biomasa, primero del número de inidividuos y después de su talla, porque al vivir más años el crecimiento de los peces es mayor. En este sentido, recuerda que esto es lo que sucedió en la reserva del norte de la Isla en un principio, pero este aumento ha quedado estancado en los últimos años, lo que se podría deber a que todo el fondo marino ya está ocupado, especialmente en la zona de protección integral, aunque no parece que se haya llegado al máximo en la zonas colindantes. «Cuando ya no hay espacio dentro de la reserva, se exportan recursos pesqueros a otras áreas, y creemos que se ha llegado a este máximo en la zona de protección integral, pero no en la parcial, aunque no sabemos el motivo por el cual no están aumentando los individuos», afirma.
Propuestas de mejora
Por estos motivos, desde el Obsam consideran que ha llegado el momento de implementar algunos cambios, como la creación de una nueva zonificación de los usos y espacios y el aumento del nivel de protección de las zonas más sensibles. En este sentido, Marsinyach, remarca que «pasados 25 años se tendría que hacer una reflexión sobre si el nivel de protección es suficiente para asegurar la viabilidad de los hábitats y las especies».
También pide cambios el GOB, desde donde se proponen medidas como una mayor protección en la punta de Cavalleria o una veda transitoria en determinadas zonas y de algunas artes.
A pesar de todo ello, Marsinyach considera que es necesario hacer un balance global de los 25 años de la reserva. «Si solo nos centramos en el último periodo, podemos perder de vista el punto de donde partimos, porque desde el año 2000 prácticamente se ha duplicado el número de individuos en la reserva», subraya.
El apunte
5.000 hectáreas protegidas para preservar la actividad pesquera
La Reserva Marina del Norte de Menorca se creó en 1999, con el doble objetivo de proteger el litoral menorquín y conservar las especies que habitan en sus aguas, y como herramienta de gestión de la actividad pesquera. Ocupa una superficie de 5.085 hectáreas, de las que unas 1.000 son de protección especial y 1.250 de zona de veda de pesca recreativa. Se caracteriza por el buen estado de conservación de sus fondos, que muy cerca de la costa ya superan los 30 metros de profundidad. Por su gran importancia ecológica, destaca el arrecife de posidonia de Sanitja y las extensas zonas rocosas, con una importante presencia de especies bentónicas de gran interés. Con frecuencia se pueden observar langostas rojas, meros, sargos, congrios y muchos otros peces típicos del Mediterráneo.