Moritz Werner Casero (Maó, 2000) es un gran defensor de la normalización de la lengua catalana. De ahí que esté diplomado en Derecho Lingüístico, lo que le ha aportado unos conocimientos esenciales en materia de normalización lingüística. Por ello, ya ha presentado más de cien instancias para denunciar el incumplimiento de la Ley de Normalización Lingüística.
Todo ello viene precedido de unas notas brillantes en la carrera de Historia cursada en la Universitat de Barcelona entre 2019 y 2023, en la cual obtuvo nada más y nada menos que 21 matrículas de honor. Casi nada.
¿Es cierto eso de las 21 matrículas de honor?
—Sí, sí (risas). Mi abuelo suele decir que tengo más de las que son porque hay asignaturas de doce créditos y las cuenta doble.
¿Siempre tuvo claro que quería estudiar Historia?
—Realmente no. Empecé la carrera de Ingeniería Electrónica en 2018 y la acabé dejando a final de curso en 2019, que es cuando me matriculé en Historia.
¿Por qué ese cambio?
—Realmente, el mundo de la tecnología y de la electrónica me gustaba mucho al principio. Ya en casa hacía proyectos y cosas de estas, pero cuando entré en la carrera, vi que no era un mundo que me acabara de gustar del todo. Las perspectivas laborales y económicas eran y son muy buenas, pero no me acababa de llenar.
Estuve mirando otras opciones e Historia me gustaba. Tampoco es que sacase notas buenísimas en Bachillerato, pero me acabé decantando por esta opción.
Cuesta creer que no se le diese bien en el instituto viendo los resultados obtenidos ahora.
—Es que mi expediente en Bachillerato tampoco era nada del otro mundo: obtuve un 6,6 en historia.
Historia siempre me había gustado, pero en los exámenes no me iba muy allá. Al final son etapas vitales y educativas diferentes que afrontas de manera totalmente distinta.
A diferencia de Ingeniería Electrónica, ¿Historia le enganchó desde el principio?
—Me resultó mucho más interesante porque existe una gran parte de pensamiento crítico. Es decir, no te limitas a hacer ejercicios de derivadas integrales, por así decirlo.
También tuve el hándicap de la pandemia, ya que mi primer año fue medio curso presencial y el otro telemático. Aunque el primer año las asignaturas suelen ser algo más generales, hacíamos más trabajos escritos que no exámenes y era algo que me iba gustando cada vez más.
¿Y qué asignaturas fueron las que más le llamaron la atención?
—Así como asignaturas, en primer lugar diría Historia de África: había toda una parte de esclavitud y también tocamos algo de Menorca —profunda relación con Argelia por la migración al país norteafricano—. Después, Economía y Sociedad, la cual se centra en la demografía y la economía histórica; y por último, Historia Contemporánea, en la que estoy especializado en la parte que comprende el siglo XIX, tirando hacia Historia de la Psiquiatría.
Después de acabar sus estudios en Historia, se ha diplomado también en Derecho Lingüístico, ¿verdad?
—Sí (risas), me sorprende que también os hayáis enterado de ello.
En 2022 obtuve un diploma universitario de Legislación Lingüística y Derechos Lingüísticos de la Universitat de les Illes Balears. Más que nada es un pequeño curso que dura un par de semanas que me reconoce un par de créditos y es lo que me ha ayudado también a llevar a cabo todas estas quejas.
Claro, porque al final se ha hecho conocido por estas instancias para regular el cumplimiento de la Ley de Normalización.
—Ya debo llevar más de cien. Antes era algo que solo sabían mis amigos y poca gente más, pero estoy contento de que los frutos de este trabajo también sean públicos. Es un tema de voluntad política y aplicar la ley como toca.
Esto también despierta críticas negativas, ¿le afectan?
—Me las tomo con mucho humor. En la última noticia sobre el cambio de nombre de Sant Francesc de Formentera había algunos comentarios muy chistosos. Quien se quiera enfadar, que se enfade.
¿Qué le depara el futuro?
—Justo he acabado el máster en Formación de Profesorado en la UB y empezaré otro sobre Historia de la Ciencia —impartido entre la UB y la UAB—. Luego ya veremos.
El apunte
Interés en Historia Contemporánea a raíz de una experiencia familiar
Moritz mostraba un interés especial en la asignatura de Historia Contemporánea, especialmente en la etapa referida al franquismo. Y es que su bisabuelo, Josep Seguí Sintes —conocido como Pepe de Son Mannà—, estaba afiliado al Partido Comunista y fue acusado de «auxilio a la rebelión» por las autoridades, que pedían pena de muerte. Sin embargo, el alcalde de Alaior en aquel entonces, Antoni Mascaró Caules, testificó a su favor pocos meses después de haberlo hecho en su contra, rebajando su condena a cinco años de prisión.