Hoteleros y restauradores de Cala en Porter ven impotentes cómo la temporada 2024 se les escurre de las manos, para los negocios playeros el mes de agosto finalizó el día 14, horas antes de que la DANA provocara el desbordamiento del torrente e inutilizara la playa, motor turístico y económico de este núcleo de Alaior. No entienden el exceso de burocracia y el peloteo de este asunto entre administraciones que está retrasando la reparación de los daños del temporal y que pone en riesgo sus negocios en pleno verano.
En el paseo a pie de arenal las terrazas están prácticamente vacías a las doce del mediodía, y en la parte superior de la urbanización algunos alojamientos han comenzado a tener cancelaciones. Hoteles como Castell de Lô ya constataron anulaciones de reservas una semana después de la riada; ahora que han transcurrido quince días y que la playa sigue inundada, otros establecimientos, como Siesta Mar Apartamentos, también tienen cancelaciones.
Los turistas que vivieron la DANA se mostraron totalmente comprensivos, pero han pasado 15 días, llegan nuevos visitantes que poco o nada saben de las inundaciones que padeció Menorca. En las recepciones de los hoteles se ven obligados a informar a los clientes recién llegados de que no se puede disfrutar de la playa, todavía inundada y hasta este miércoles por la tarde con bandera roja debido a unos niveles elevados de contaminación por bacterias fecales. El resultado es la decepción de los turistas. Si estos visitan la Isla con la idea de alquilar un coche se desplazan a otras playas, pero los que escogieron el hotel precisamente por esta cala se ven obligados a cambiar sus planes sobre la marcha.
Al mismo tiempo crece la indignación entre los empresarios, «el día 16 deberían haber estado allí reparando el muro que se llevó el torrente», declaró ayer Manuel Sabin, propietario y director del Siesta Mar y del restaurante Sa Païsa, que también nota una bajada en la reserva de mesas. «Vendemos un paraíso de playas y tenemos políticos que no saben qué hacer, están para actuar en situaciones como esta, de gravedad», añadió. En Cala en Porter los empresarios no entienden de trámites y trabajo en despachos, ni de permisos que se eternizan cuando la caja no se llena en agosto y tienen que pagar las nóminas, «tenemos doce personas trabajando», explica la dueña de un restaurante, «y hemos empezado a dar vacaciones».