«Si seguimos así, el Prat de Son Bou morirá». Así de claro y contundente se muestra Pep Gómez, biólogo especializado en botánica y vocal del Centre d’Estudis Locals d’Alaior, desde donde hace años sigue de cerca la gestión que se realiza en esta importante zona húmeda de Menorca, de gran valor ecológico.
Gómez denuncia que al humedal, en estos momentos, llegan las aguas de tres depuradoras, lo que provoca una entrada excesiva de agua. «Las lagunas, que deberían ser muy pequeñas, cada vez están creciendo más porque la vegetación se muere, debido a la composición del agua, que está cambiando por los vertidos de las depuradoras», explica. Además, recuerda que las analíticas han detectado agua fecales.
Impacto del turismo
Gómez también apunta al impacto del turismo en la gestión de este frágil espacio, puesto que en verano la salida natural del humedal al mar se cierra para que los turistas no tengan que atravesar la corriente de agura para acceder a la playa. «Este tipo de prados tienen que tener una entrada y una salida, para permitir un intercambio natural del agua dulce con el mar, pero por temas turísticos la bocana de salida al mar se cierra durante todo el verano, lo que provoca que el agua se quede estancada, generando algas y aumentando la presencia de mosquitos y ratas», asevera.
Por todo ello, Gómez denuncia la mala gestión que se está llevando a cabo en este momento y se muestra partidario de la propuesta del PSOE de declarar la zona como parque natural. «La comunicación con el mar debería dejarse que funcione de manera natural y debe existir siempre», remarca.
Faltan estudios
Gómez también señala que en estos momentos tampoco se dispone de estudios que permitan conocer la cantidad de agua que llega a la zona húmeda a través de los afluentes de agua dulce, una cantidad que posiblemente ha disminuido a causa de la sobreexplotación de los acuíferos.
Además, considera que los trabajos realizados para abrir la mina de Talis y permitir que el agua fluya no solucionarán los problemas, puesto que el humedal se divide en dos partes que se comportan de manera diferente. «Las aguas de la parte de levante no circulan hacia la zona de poniente con facilidad, aunque antiguamente sí lo hacían, porque había un río que conducía las aguas de una parte a la otra, pero ahora no existe», señala.
Por ello, considera que las aguas de la parte de levante seguirán estancadas si no se abre la gola, aunque sea a costa de impedir el paso a los turistas. «Una solución sería instalar un puente de madera, como en muchas playas», propone.
Lo siento, Menorca el próximo año ya no será reserva de la biosfera. Se acabó.