Basta echar un vistazo a la relación de los ilustres comensales que han degustado sus productos de cocina mediterránea clásica para advertir que estamos ante el que ha sido un templo gastronómico de referencia en el puerto de Maó durante los últimos 43 años, que se dice rápido. Hablamos del restaurante Jágaro, junto a Cala Figuera, que ha echado el cierre con la misma discreción con la que conquistó una clientela fiel entre residentes y visitantes a lo largo de más de cuatro décadas. La desaparición de este emblemático local que prestigiaba el puerto de Maó es la segunda de un restaurante de este nivel en esta zona tras la de La Minerva en enero del año pasado.
Jaume Garriga, de 76 años, propietario junto a su esposa, Pilar Huguet, se jubiló el pasado año, «y él Jágaro era él, y sin él, aunque yo y mi hija continuamos un año más, no es posible hacerlo sin su presencia», relata Pilar. Atrás queda una historia singular, la de un restaurador que se desvinculó de Es Pla, de Fornells, compartido con sus dos hermanos, y decidió emprender en solitario fuera del puerto norteño para no generar competencia. «Estuvimos dos años buscando un local, incluso Jaume tuvo la restauración del Aeropuerto pero no era eso lo que quería hacer, y al final adquirimos este inmueble».
Se trataba de un chalé grande con almacenes en su planta baja, cuyo propietario, un empresario de Andorra, también pretendía convertirlo en restaurante pero acabó cediendo a la venta.
«Nos endeudamos muchísimo, hasta la última peseta, pero mi marido siempre fue muy valiente y salimos adelante», recuerda Pilar Huguet, precisando que durante los 15 primeros años «no llegamos a cerrar ni un día». A partir de entonces sí lo hacían en noviembre o febrero para disfrutar de unas vacaciones y después de la inundación que sufrió el local en diciembre de 2017, ya decidieron estar operativos de mayo a octubre. Esta avería del servicio de agua obligó a renovar la bodega del establecimiento y otras partes del local durante varios meses, «aunque Jaume siempre ha dicho que un restaurante ha de estar abierto todo el año».
Arroces, gambas, calderetas... y todo tipo de productos del mar insular han sido seña de identidad del «Jágaro» pero Pilar Huguet no cree que haya estado enfocado exclusivamente a una clientela de alto poder adquisitivo. «Puede parecerlo, pero en invierno hacíamos una carta con menú, y además servíamos las bandejas de pescados o mariscos con patatas que eran para compartir con lo que los precios eran accesibles para muchos bolsillos».
El secreto del éxito en estos 40 años en los que han pasado, por sus salones, entre otros, los actuales reyes de España, cuando entonces eran príncipes y Letizia estaba embarazada de Leonor, José Maria Aznar, Kasparov, Tita Cervera, Serrat, Almeida, Tierno Galván, Carlos Sainz, y una relación de personajes de la política y la farándula interminable, «ha sido la atención de Jaume a los clientes porque siempre les daba lo que pedían, tanto en productos para comer como en cualquier vino».
Los entonces príncipes, en la puerta del local.
La langosta con huevos fritos y patatas ha sido otro uno de los platos más demandados, popularizado por Jaume Garriga. Un cliente le animó a que acudiera al popular restaurante de la Cava Baja, en Madrid, Casa Lucio, especialista en el plato de huevos fritos con patatas, tan popular en la cocina española. «Él fue a ese restaurante y decidió importar el plato pero adaptándolo a su manera», explica su mujer, Pilar Huguet. «Fue así como lo casó con la langosta, las gambas..., servidos en bandejas que se degustan por los ojos hasta convertirlas en un manjar del restaurante que queda en la historia de la restauración insular.
Hasta aquí¿Cuál es tu ocupación? ¿A qué te dedicas? No entiendo muy bien tu comentario...