«Por la noche cojo un palo para cerrar, da miedo salir a oscuras, Cala en Blanes parece el Bronx». Esta frase resume el miedo que se ha instalado entre vecinos y comerciantes de la urbanización de Ciutadella, que echan en falta más presencia policial, porque «nunca se los ve por aquí».
De ahí que reclamen celeridad a las instituciones, para resolver la situación de insalubridad e inseguridad que genera la okupación. Y no tan solo en el viejo centro comercial abandonado y conocido como ‘cristales rotos’, sino también en otro inmueble muy próximo, en la Avinguda Pont d’en Gil, el mismo donde se localizó el coche robado el 15 de abril en el Club Tenis Ciutadella y en el que se estarían alojando una decena de personas.
Muy cerca está el otro inmueble okupado y que es motivo también de molestias | I.P.D.R.
Insalubridad e inseguridad
Los residentes ponen el acento en dos cuestiones primordiales. Por un lado, la insalubridad y la «pésima imagen» que la urbanización ofrece a los visitantes, teniendo en cuenta la gran cantidad de hoteles y complejos de apartamentos que hay en Cala en Blanes. «Muchos turistas preguntan que qué ocurre allí», por el evidente estado de abandono de los ‘cristales rotos’, con maleza invadiendo las aceras y la estructura de los locales comerciales degradada, llena de pintadas y numerosas aberturas en los muros por donde acceden los okupas.
A esto se le suma que «en la parte de atrás hay el hueco de una piscina, que han ido llenando de basura y de sus propias necesidades», por lo que «según cómo viene el viento», el hedor se hace insoportable.
Por el otro lado está la inseguridad, que ha ido a más los últimos meses. «Aquí ha habido okupas desde hace veinte años, pero nunca generó tanto miedo». De hecho, algunos comerciantes admiten tener un bate de béisbol detrás de la puerta «por si acaso», o un «palo de golf».
Hay vecinos que admiten no haber tenido ningún problema con los okupas e inciden más en la cuestión estética y de salubridad. Otros, sin embargo, manifiestan anónimamente sus temores.
Nadie sabe con certeza cuánta gente se aloja en los ‘cristales rotos’, «son muchos», «por lo menos una veintena» o «hasta treinta», repartidos entre la treintena de locales del complejo. A estos se le suman otra decena que viven en el otro edificio, a escasos 500 metros de distancia. Y los hay de distintas nacionalidades, españoles, europeos (del este), africanos. Eso sí, «solamente hemos visto hombres, mujeres, no», unos vienen, otros se van, «siempre los ves con colchones de un lado para otro» e, incluso, orinando junto a la acera sin el menor pudor.
Entre los residentes hay quien ha pillado in fraganti a alguno de estos moradores dentro de sus jardines, haciendo provisión de agua potable en los grifos exteriores. Otros vecinos admiten que en alguna ocasión lo han autorizado expresamente, por humanidad, cuando les han pedido agua.
En los comercios, el personal ya conoce a algunos de estos vecinos problemáticos y han sufrido robos, por ejemplo, de bebidas alcohólicas. De hecho, las cámaras de seguridad han captado sustracciones y se han interpuesto varias denuncias ante la policía. Y si se han encarado, han sufrido amenazas, «¡me he quedado con tu cara!».
Los okupas generan «peleas, gritos, crea muy mal ambiente e inseguridad», y aseguran los afectados que el alcohol y las drogas están bien presentes en la zona. «Van muy borrachos», los trapicheos son habituales y «los hay [presuntamente] con antecedentes por abusos». Por eso reclaman más presencia policial, insisten los vecinos, aunque, cuando ocurre algo, «al día siguiente los volvemos a ver en la calle», lamentan.
En realidad, las condiciones de vida en estos lugares son «lamentables», supuestamente no tienen agua potable y vierten sus aguas fecales en el entorno. Sin embargo, «tienen electricidad; están ‘enganchados’ a farolas de la calle».
Las obras en los ‘cristales rotos’ son frecuentes, «tiran paredes, abren puertas, un día se les caerá el techo encima», advierte una residente, quien ha apreciado que «entre los okupas los hay que tienen trabajo», al parecer en algún establecimiento hotelero. «Y más de uno tiene coche».
Solició ni ha i ràpida...