El Fòrum-Centre d’Estudis Locals d’Alaior está de celebración, con motivo del treinta aniversario de su creación. El ramillete de actos que para ello promueve esta entidad, determinante para dar comprensión a la realidad sociocultural de la población en que se enclava, arranca este domingo, día 8. Un repaso pormenorizado de la cronología de Alaior, que contextualizará la narración de acciones y anécdotas, alguna apenas conocida, sin disociar de ello las tres décadas de recorrido del Fórum-CEL, y que amenizará las interpretaciones musicales relacionadas con el relato protagonizadas por Maria Camps, Pere Arguimbau y Lluís Gener, configuran el programa de este primer acto conmemorativo.
Alumbrada en enero de 1995 a modo de plataforma para promover e impulsar la actividad social y cultural en y de Alaior, e integrada como asociación de la Unesco desde el 98 –en 2000 se crea el centro de estudios como sección–, nos reunimos con Anselm Barber, secretario del Fòrum y coordinador del Centre d’Estudis Locals, para revivir algunos de los momentos que en su recorrido ha legado este colectivo de corte altruista, como también su estado actual y posibilidades de futuro.
«Nos encontramos en un buen momento, varias personas nos acabamos de jubilar, tenemos energía y tiempo, lo que es todo en una entidad de este tipo», resume Barber, que sin embargo echa en falta una más participación ciudadana. En ese sentido, «estamos en una época difícil y nos preocupa, la gente cada vez tiene menos tiempo», problemática en la que abunda la dificultad para incorporar gente joven, sobre todo a partir de que marchan a estudiar afuera de la Isla.
Un momento que también se hace difícil en lo crematístico, asimismo porque las Administraciones «se llenan la boca hablando de la participación ciudadana y lo único que hacen es complicar las cosas», prosigue Barber. Y precisa y se extiende; «imponen unas normas que lo complican todo, como la ley de voluntariado, que no favorece para contar con más voluntarios, exige muchos trámites, normas... y ni hablemos cuando queremos optar a una subvención, que nos meceremos al ser parte de la acción pública... Si ya cuesta captar gente, cuando quieres canalizar las actividades que hacen, para tener recursos o cierta seguridad legal, todavía te complican más».
No en vano, Barber estima por encima de los nueve millones de euros, también en intangibles, que la propia asociación ha destinado a sus fines, por uno, por contra, generado por una Administración que, entiende también, adolece de falta de rostros «que conecten con la calle», y cita, como paradigma «que se valore más un curso de ruso o de francés que la experiencia o conocimiento que pueda tener uno de nosotros, que conocemos el pueblo, para acceder a un puesto».
Densa actividad
No obstante, los tres decenios de vida del Fòrum-Centre d’Estudis Locals d’Alaior han deparado multitud de iniciativas, actos y momentos satisfactorios. Coloquios, charlas, debates, jornadas y rutas de historia y patrimonio cultural, análisis de temas de actualidad, comisiones de estudio para temas específicos, exposiciones, talleres de cine y música insular, el catálogo de caminos municipales... no cabe duda de que Alaior es mejor pueblo gracias a esta entidad «y a la inversa, gracias a lo que nos han aportado la gente, clubes deportivos o el centro cultural», considera Barber.
De ese amplio y tan atomizado abanico de actos, el secretario del Fòrum y coordinador del CEL se siente especialmente orgulloso de «las cosas que han durado, que se han consolidado» más allá del paso del tiempo.
Y en ese marco enumera la «limpieza de caminos, que tiene una trascendencia interesante y las excursiones de cada mes». «Las charlas, están muy bien, vino Ignasi Ramonet, concovó a 500 personas y estuvo muy bien, pero es una cosa puntual», añade.
Treinta años y tantísimos actos implica a muchas personas, «no quiero dejarme a nadie, pero cuando fundamos el Centre d’Estudis contamos con jóvenes licenciados, unos hacían caminos, otros planes de integración… esa energía, fue fantástico… eran 10-12 personas y fue una maravilla», evoca Barber, quien para concluir alude de nuevo a la Administración; «que piense más en el pueblo y no quiera tener tanto control sobre todo; creo que no son conscientes de lo que nos jugamos».
Sólo veo estómagos pogres agradecidos