El obispo de Menorca, Gerard Villalonga, afirma que «Menorca es una diócesis misionera, lo que configura nuestra identidad, nuestras estructuras y la pastoral como servidores del Evangelio» y pide a los menorquines «que participamos en esta bella aventura de la evangelización que vivamos con alegría la fe y demos testimonio con las buenas obras del amor a Jesús».
Así lo manifestó el pastor de la Iglesia menorquina en la homilía que pronunció durante la eucaristía con motivo de la festividad del martirio de San Juan Bautista en la ermita de Sant Joan de Missa, una celebración que se celebra cada año a final de agosto en este espacio de devoción vinculado a las fiestas de Sant Joan.
La fiesta del martirio del Precursor, definido por el obispo Gerard como «el más grande entre los nacidos de mujer, enviado por Dios vino a dar testimonio de la luz y preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto», se desarrolló en Menorca, en la tarde del viernes, en la ermita de Sant Joan des Vergers de Maó, con una Eucaristía que presidió Llorenç Sales; y en Ciutadella, en la ermita rural que aparece mencionada en El Pariatge como Sant Joan d’Artrutx o des Monastrell, y hoy es conocida como Sant Joan de Missa.
En Ciutadella concelebraron con el obispo Villalonga los presbíteros Josep Manguán, Joan F. Camps y Antoni Fullana, párrocos de la Catedral, Sant Rafel y Sant Antoni Maria Claret respectivamente; el sacerdote salesiano Emili Souto, arcipreste de Ciutadella; y el diácono Sebastià Bosch.
Concluida la misa, actuaron los grupos folklóricos des Born y Fet a Mar, con canciones populares, muchas de ellas de temática menorquina. Los numerosos asistentes degustaron una bereneta con repostería dulce y salada, elaborada con productos de temporada; y se organizó una rifa.
San Juan, decapitado
El obispo Villalonga Hellín se refirió a la muerte de San Juan: «Decapitado, dejó de ser para siempre la voz que clama en el desierto. También en esta ocasión fue precursor del Señor, porque toda su vida fue un anuncio del Señor, desde el encuentro de su madre con María en la montaña de Judá hasta su muerte».
«Por esta razón –concluyó el prelado- podemos considerar la decapitación del Bautista como una muerte cristiana, gloriosa y martirial. Juan se encontró con la muerte en la fe de aquel que había de venir, el que lo había sumergido en las aguas del Jordán».
Añadió que «también nosotros estamos invitados a imitar a San Juan Bautista, abriendo los caminos al Señor, enseñándolo como salvador de todos los hombres y siendo testigos con nuestra vida en el mundo».
Así, el Jubileo del 2025, de la esperanza, nos invita a proclamar que Jesús muerto y resucitado es la puerta abierta a la esperanza para toda la humanidad. «Esta fiesta hoy nos invita a continuar el camino de esperanza jubilar, profundizando en la sinodalidad», proclamó el titular de la sede episcopal de Severo.
El objetivo pastoral del curso pasado 2024-2025 quedó sintetizado en la expresión ‘caminemos con esperanza’, ahora, este nuevo curso 2025-2026, en línea de continuidad, y en comunión con la Iglesia universal, somos convocados para que la vida de la Iglesia diocesana de Menorca sea cada vez más sinodal.
El documento final de la 16 Asamblea General del Sínodo de Obispos ha de constituir la carta de navegación para la Iglesia de nuestro tiempo con la aplicación del principio de corresponsabilidad diferenciada para avanzar hacia la comunión eclesial. Los fieles laicos, los miembros de vida consagrada y los ministros sagrados de Menorca caminamos juntos con esperanza, como discípulos misioneros.
manu menorcaSi eres católico, porque estás bautizado, eso no te lo va a quitar nadie. Da gracias a Dios todos los días, por estar vivo.