Gallos, gallinas y polluelos silvestres van colonizando espacios urbanos en distintos municipios de la Isla. De origen siempre incierto, estos animales buscan lugares en los que vivir y se afianzan en estas zonas de las ciudades como consecuencias, en parte, de las personas que les proporcionan alimento en contra de lo establecido por las ordenanzas municipales y de los intereses de los vecinos más cercanos a estas comunidades de plumíferos. Para ellos son las molestias de suciedad, cantos a cualquier hora, incluso invasión de espacios privados. La comida que se deja a estos animales atrae también a otros, como es el caso de las ratas.
En el caso de Maó, gallos, gallinas y descendientes llevan ya años afincados en zonas como Dalt Sant Joan, en los alrededores del centro de salud, y Malbúger, en la ronda del Hospital Mateu Orfila, incluso en las inmediaciones de la zona de los institutos. Ahora se han empezado a ver en el Camí Verd, en la zona limítrofe entre Maó y Es Castell. Desde el Ayuntamiento de Maó informan que en estos momentos están preparando una intervención de choque para actuar en este punto, de forma coordinada con Es Castell.
Recientemente se han adoptado ya varias medidas para intentar aplacar las colonias de aves silvestres. En Dalt Sant Joan, por ejemplo, se habilitó una valla que separa la calle del solar en el que proliferan gallos y gallinas. Además se dispusieron señales que advierten de la prohibición de avituallarlos. Pero de inmediato alguien rompió el cercado para facilitar la movilidad de las aves y, además, los animales en cuestión no tienen demasiados problemas a la hora de sortearla. No es infrecuente ver como coches y motocicletas deben detenerse, reducir la marcha o modificar bruscamente su trazado para no colisionar con alguno de estos seres. Algún ejemplar ha entrado en el centro de salud, según algunos testigos.
El Ayuntamiento de Maó informa que también se realizan acciones de retirada de estos animales. En lo que llevamos de 2025 se han eliminado de la vía pública 241 ejemplares de gallos o gallinas. A través del contrato suscrito con la empresa Falconers también se han retirado 865 palomas. Los incrementos de población de palomas y aves de corral se disparan, aseguran desde el Consistorio, si se produce un incremento de personas que les proporcionan alimento.
Este fenómeno no es exclusivo de Menorca. Este verano ha sido noticia en varios medios de comunicación la proliferación de al menos 700 ejemplares de gallos y gallinas en la turística localidad de Torrevieja. En la ciudad alicantina apuntan que el origen de esta enorme población es un abandono puntual y, de nuevo, la connivencia de unos vecinos que consideran oportuno darles de comer.
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