Un estudio elaborado por la doctora menorquina Joana Maria Seguí, catedrática de Geografía Humana de la Universitat de les Illes Balears (UIB), señala que las islas del archipiélago balear se parecen más a otros territorios insulares de Europa que entre sí mismas.
Seguí ha sido la responsable de impartir la lección inaugural del curso de la UIB, titulada «Unidad y diversidad en los territorios insulares europeos. Una mirada geográfica». En ella ha explicado los resultados de un análisis empírico, en base a 39 indicadores diferentes, para comparar la realidad de Balears con la de otras 29 regiones insulares de Europa.
El estudio separa a las 30 regiones insulares analizadas en nueve grupos teniendo en cuenta indicadores como el transporte, el turismo, las infraestructuras, el crecimiento demográfico, la economía o la autonomía, entre otros. «Cada una de las Balears se ha clasificado dentro de conjuntos diferentes, lo que significa que tienen más similitudes con otras islas que con las propias de su archipiélago», ha subrayado.
Las islas 'hermanas' de Menorca
De este modo, Menorca se encuentra en el grupo más numeroso, el integrado por islas de pequeño o mediano tamaño dimensiones y población y con desarrollo turístico, aunque con diferentes enfoques. Junto la isla balear están La Gomera, Lanzarote, Madeira, Kerkyra, Creta, Andros, Thira, Kea, Milos, Mykonos, Naxos, Paros, Syros y Tinos.
No solo dentro de su epígrafe sino en general, destaca el estudio, Menorca es la isla de todas las analizadas que tiene un mayor valor añadido bruto dedicado a la industria y la energía, del 22 por ciento.
Mallorca y las Pitiüses
Mallorca, por su parte, queda encuadrada con Ikaria y Samos -ambas en Grecia- como unas regiones con peso regional, desarrollo turístico y cierta diversificación. Aunque el turismo está más masificado en Mallorca que en Ikaria y Samos, ha apuntado Seguí, las tres cuentan con otros sectores económicos -como el sector primario y los servicios públicos- y tienen buenos puertos y aeropuertos internacionales.
Eivissa y Formentera, por su parte, se agrupan con Tenerife dentro del epígrafe de islas de tamaño mediano pero con un gran peso turístico. Las tres tienen una «alta especialización turística internacional» y una «fuerte dependencia de la hotelería, la restauración, el transporte y los servicios ligados al turismo». También han sufrido una «gran transformación territorial» debido a la urbanización ligada a su modelo turístico.
El turismo marca el desarrollo
Joana Maria Seguí, entre sus conclusiones, incide en la importancia que ha tenido el turismo en el desarrollo de Balears desde 1950 hasta la actualidad. La evolución de este modelo económico, señala, ha impactado en cuestiones como la demografía -hay más demanda de mano de obra- o la desestructuración social.
En este contexto, el acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los principales problemas de los residentes del archipiélago, con un aumento del 74 por ciento de los precios en los últimos diez años y con 14 municipios de Mallorca que tienen más segundas residencias que principales.
La catedrática menorquina ha apuntado que estas cuestiones, que forman parte de un «proceso local» que está vinculado a una «dinámica global», requieren de decisiones políticas «de envergadura».
Entre las posibles soluciones, Seguí ha puesto el foco en la necesidad de que la Unión Europea (UE) reconozca las implicaciones que conlleva la insularidad no solo en las regiones ultraperiféricas --como son Canarias o las Azores, por ejemplo-- sino en todas las islas del territorio.
La isla de madeira nos da veinte vueltas como moldelo de autosuficiencia