Jiu-jitsu brasileño y Artes Marciales Mixtas (MMA) como fórmula, si no para erradicar, sí para contribuir a contrarrestar y contener ese cruel y ancestral fenómeno tan arraigado en centros escolares como es el bullying. Es la propuesta del Levium Armorum Team, gimnasio especializado en una amplia gama de artes marciales y propiedad del gran campeón de peso mosca de WOW de MMA Fabià Sintes.
Después de un primer año, el anterior, en el que destacó más a modo de ensayo, como banco de pruebas, la apuesta es clara para el presente curso 2025-26, en el que por el momento media docena de niños se iniciarán tanto en jiu-jitsu brasileño como en MMA, según nos explica Isaac Torres, coordinador infantil del «Levium».
El jiu-jitsu brasileño (BJJ por sus siglas en inglés) se distingue como un arte marcial, deporte de combate y sistema de defensa personal –que incluso utilizan diversos cuerpos de policía y de seguridad del mundo en sus técnicas de entrenamiento–, mientras que las artes marciales mixtas (MMA en inglés), tal y como se advierte de su denominación, combinan técnicas que provienen de una amplia variedad de artes marciales y deportes de combate.
Ambas disciplinas, reflexiona Torres, se presumen «ideales» como «sistema anti-bullying». En el caso del jiu-jitsu, «enseña a defenderse sin violencia, permite controlar al oponente con inmovilizaciones y posiciones en lugar de propinando golpes», y destaca como especialmente eficaz para evitar «que te agarren, que te arrinconen... ayuda mucho a los niños que sufren bullying, especialmente a los más débiles y las niñas», abunda Torres.
No obstante, el coordinador infantil del Levium Armorum Team pone en valor otros aspectos, asimismo positivos de la materia, más allá de su pragmatismo, tangible, para esquivar una pelea o ataque. «Refuerza la confianza y la autoestima, el niño aprende que puede protegerse sin tener que pelear», y lo que además permite al sujeto ataviarse también de un alto grado de convicción, que cuando merma, a menudo es detectado por los abusones y es la causa que aboca a la víctima a sufrir bullying.
Potenciar virtudes como la paciencia y el respeto, pues «para progresar el niño debe entrenar con calma, aceptar la derrota y trabajar en equipo», sin obviar que un menor siente «mayor seguridad, menos miedo y menos necesidad de reaccionar con agresividad», son otras bondades que revelan el conocimiento y práctica del jiu-jitsu.
Efecto inverso
Pero hay más. Puesto que paralelamente a lo práctico que puede llegar a ser el BJJ para niños que son acosados, la naturaleza de la materia puede tener su repercusión al otro lado del plano y hacer que los intimidadores, quiénes ejecutan el bullying precisamente, desistan de sus malas prácticas.
«El entrenamiento canaliza su energía, les impone límites claros y les enseña a respetar al adversario, al otro, como también empatía y que la fuerza se usa con responsabilidad. También descubren que siempre habrá alguien más fuerte o hábil, lo que es una enseñanza de humildad y respeto», se extiende al respecto Isaac Torres.
En lo tocante a las MMA, y aun a pesar de sus diferencias en parangón al BJJ, el dominio de estas contribuye en el niño, en lo anímico y mental, de forma similar. En lo práctico, desarrolla la disciplina y el autocontrol –los menores aprenden a usar la técnica solo en el tatami y no al margen de él–, mejora la condición física y la coordinación. En suma, un plan de choque de lo más eficaz contra el acoso y el bullying.
William WallaceSolo recordar que estamos hablando de niños, y en BJJ se enseña a utilizar movimientos sencillos que les permitan colocarse en una posición segura, como soltarse de un agarre, tomar la espalda o inmovilizar sin hacer daño, y así tener tiempo de que un adulto del centro pueda acudir a socorrerlo. Recibir clases como estas no siempre hará que un niño pueda reducir a alguien, pero sí le ayudará, en una situación complicada, mucho más que no saber nada. Coincido en que en los centros educativos debe mejorar la atención y el control de estos comportamientos. Lamentablemente, este problema siempre ha existido, ya sea porque los centros no disponen de las herramientas necesarias para frenarlo o por poca implicación de los familiares del niño que agrede. Aun así, entiendo que la mayoría de centros hacen todo lo posible dentro de las herramientas que disponen. Las artes marciales no son la única solución, pero sí una herramienta más que aporta confianza, autocontrol y recursos para enfrentarse a situaciones difíciles.