Fidel Masreal (Maó, 1973) lleva ya años orientando su profesión de periodista hacia la salud mental. Coordina la sección SanaMent sobre esta cuestión en «El Periódico» y en 2007 publicó el libro «Conviure amb la depressió». El interés le viene de casa, por la experiencia en primera persona, en primer grado. Acaba de estrenar el documental «Anhedonia dins la depressió», que ha codirigido junto a Facundo Beraudi, en el que siete personas relatan su experiencia como afectados por depresión. El documental se proyectó el jueves en las salas Ocimax de Maó dentro de los actos del Día Mundial de la Salud Mental. Se puede ver este noche en Canal33 y posteriormente a la carta.
¿Cómo surge la idea de realizar un documental sobre la depresión?
—Por mi experiencia personal. De joven viví la depresión de mi madre, que me marcó bastante. Me ha acompañado toda la vida.
¿Cuál es el objetivo?
—Para mí lo más importante a la hora de hacer el documental es que la gente hable sin filtros sobre la depresión. Mi obsesión era que la gente comprendiera lo que es.
¿Cuesta mucho aún que la gente lo comprenda?
—Incluso es algo que me pasó a mi. Ves como la gente cambia de un día para otro. Por lo tanto, todo lo que sea ayudar a que se comprenda, nos vale. Es algo muy duro, y no se arregla de un día para otro. En el documental no se esconde nada, quisimos que fuera muy directo, y al mismo tiempo sirviera para dar un mensaje de esperanza.
Porque de la depresión se sale, ¿no?
—Se sale. Y esto es algo que tenemos muy claro, que se tiene que trasladar a la gente. Cuando estás inmerso en una depresión te parece que no hay salida. Se necesita mucha paciencia, incluso en algunos momentos hacer un acto de fe. Esto se tiene que decir, pero sin mensajes del tipo «va, que tu puedes».
¿No han querido caer en el positivismo fácil?
—Al principio nos parecía difícil dar con el tono adecuado, pero al final el tono lo dan los protagonistas, ellos son los que reflexionan, sin dar una visión muy extrema. La depresión se vive de formas muy diversas.
¿Y las causas son diversas? Parece que hubo un boom a partir de la pandemia.
— El boom es relativo, pero el problema ya estaba allí. Con la pandemia se puso la lupa e hizo que afloraran más, con porcentajes más elevados entre los jóvenes. Es un tema de hace muchos años. En cuanto a las causas, la conclusión es que no hay una sola, hay muchas. Las causas suelen ser muy diversas y el trabajo para afrontarlo debe ser global, desde diversos frentes.
¿Hasta qué punto es clave una detección a tiempo?
—Es muy importante. Los profesionales comentan que a menudo cuando les llega el paciente ya está fatal. La gente aguanta y aguanta, o no identifica el problema. No lo capta. Se esconde porque todavía hay mucho estigma, sobre todo en algunos ámbitos laborales no está bien visto.
¿Qué le ha aportado este documental a nivel personal?
— Ha sido algo muy grande lo que he sentido. La gente que lucha adquiere una madurez que ayuda a establecer de formas distintas las prioridades de la vida, esto me he enseñado bastante. Es, en el fondo, un documental sobre la vida.
¿Costó convencer a los protagonistas para exponer su caso ante una cámara?
—No. Había más gente dispuesta. Es algo terapéutico y quieren ayudar. Han pasado lo que han pasado y no les da miedo contarlo, el principal valor de la experiencia es poder ponerlo en común.
Una cosa que no es veu massa al documental és la família, que ha d'enfrontar el problema en primera línia i cada dia del món, sense preparació i que en el procès no te accés a la informació, llevat que el pacient sigui menor d'edat. Quan se'ls tindrà presents ?.