El regreso de Florentino Pérez a la butaca presidencial del Real Madrid no se ha traducido en títulos, una vez que el FC Barcelona echó el lazo al Campeonato Nacional de Liga, única copa en juego para los 'merengues' tras las tempranas eliminaciones en 'Champions' y Copa del Rey.
MADRID, 16 (EUROPA PRESS)
El regreso de Florentino Pérez a la butaca presidencial del Real Madrid no se ha traducido en títulos, una vez que el FC Barcelona echó el lazo al Campeonato Nacional de Liga, única copa en juego para los 'merengues' tras las tempranas eliminaciones en 'Champions' y Copa del Rey.
La vuelta al sillón de mando de Florentino Pérez reportó hasta ocho caras nuevas a la primera plantilla y trajo consigo la apuesta por el chileno Manuel Pellegrini como director de orquesta, a instancias del director deportivo y hombre de confianza Jorge Valdano, indudable escudo en Alcorcón y Lyon, y artista en envolver fracasos con perfume de rosas.
La idea grandilocuente de Florentino repitió las constantes de su última aventura, que acabó con salida por la puerta de atrás. El lema de 'Zidanes y Pavones' volvió por sus fueros, con el único debe del rendimiento de estos primeros, donde sólo Cristiano Ronaldo estuvo a la altura.
El portugués ha sido, sin duda, el líder del vestuario en este Real Madrid en el que sus 'pesos pesados' han ido perdiendo relevancia. Raúl pasó de "titularísimo" a "suplentísimo" y Guti anduvo más tiempo preocupado de sus lesiones y escarceos que de su escuadra y cartabón, la que verdaderamente le hace grande en este deporte.
De esta forma, Ronaldo se ganó pronto el cariño de la afición, además de un sitio entre los más queridos. El luso, criticado en cada campo de España por su vehemencia, finalizó la temporada con 27 goles en Liga y siendo el principal salvador de un equipo al que le costó encontrar la colectividad.
El resto de fichajes de la era post galáctica apenas dieron frutos. Kaká desesperó a la complaciente grada de Chamartín y se mantuvo alejado del equipo por una maldita pubalgia que le impidió sumar hasta el tramo final liguero. El brasileño cedió su sitio en favor de un Van der Vaart que acaparó más focos de los previstos.
El carioca no fue el del AC Milan y sufrió el llamado mal de la adaptación, el mismo al que pareció añadirse Benzema, que lastrado por las lesiones y el gran año de Higuaín, fue un suplente de lujo y no formó parte del once tipo de Pellegrini, quién prefirió a los actores secundarios para sus grandes citas.
Sí cumplieron Albiol, Arbeloa y Xabi Alonso; y lo hicieron a un buen nivel. No tan acertado estuvo Granero, quién regresó del Getafe por la imperiosa necesidad de incorporar canteranos a la plantilla, siguiendo el modelo culé, que agudizó Guardiola con su llegada
ALCORCÓN, LYON Y EL ESTILO CULÉ, PIEDRAS EN EL CAMINO.
Los 98 puntos en Liga no han impedido las críticas a un equipo que tiene, por defecto, la obligación de compararse con el Barça para establecer su estado de ánimo. El buen fútbol de los catalanes y la alegría que ha inyectado Pep Guardiola a los suyos no ayudaron a un Madrid que tiró de casta en buena parte de la Liga.
Osasuna, Sevilla, Atlético de Madrid, Zaragoza ó Athletic sufrieron la reacción 'merengue' antes o después y vieron cómo --a falta de argumentos futbolísticos-- el Real Madrid es un rival que juega con un componente de fe sorprendente, perteneciente a la idiosincrasia de los de Concha Espina desde hace años.
Ese sobreesfuerzo permitió al italiano Fabio Capello ganar una Liga que tapó las carencias de aquél Madrid de Emerson y Cannavaro. Carencias que todavía siguen y que se acrecientan en los momentos decisivos, donde ha vuelto a fallar el equipo de la capital esta temporada.
En los envites a 'vida o muerte', los de Pellegrini acabaron siempre hincando la rodilla ante rivales de nivel y categoría inferior. El primero fue el Alcorcón, de la Segunda División 'B', cuando la temporada estaba todavía cocinándose. El 10 de noviembre, el equipo alfarero del Sur de Madrid dio la primera estocada con aquel 4-0.
Un 'espadazo' que no supuso novedad alguna debido a la coartada de las últimas temporadas, pero sí un toque de atención. Del 'triplete' se pasó al doblete y se vendió una imagen desmejorada de los blancos. Llegó el Lyon --rival de 'entidad', pero lejos del 'glamour' galáctico-- y empató en el Bernabeú para hacer bueno el 1-0 del partido de ida.
Por sexto año consecutivo, el Real Madrid tropezaba en la misma piedra y encomendaba toda la temporada al título de Liga. Un trofeo que no llegó y que dejó al aire que los millones no son síntoma de éxitos, aunque sí de presentaciones multitudinarias, venta de camisetas y generación de ilusiones, algo de lo que ha vivido el madridismo en los últimos diez meses.