El contraste que produce comparar la situación que atraviesa actualmente el campo menorquín con el balance de la edición de la Fira del Camp, que se clausuró ayer en Alaior en su edición número 25, es cuanto menos chocante. La crisis, y especialmente la crítica situación por la que pasa la factoría de Quesería Menorquina y el efecto que ello produce sobre los productores de cuajada, ha flotado en el ambiente de una muestra que, por otra parte, ha sido todo un éxito, y no sólo en lo que se refiere a participación de expositores y presencia de público.
Confesaba ayer el alcalde de Alaior, Pau Morlà, que una vez cumplido el primer cuarto de siglo de la feria, "estamos en el momento óptimo". Así respondía cuando se le preguntaba sobre la posibilidad de iniciar una nueva etapa con ansias de seguir creciendo. "Podemos crecer en lo que se refiere a alguna actividad complementaria, pero hemos encontrado la medida perfecta en lo que se refiere al número de animales, unos 160, y a la calidad del ganado".
Explica el máximo dirigente de Alaior que, pese a las evidentes dificultades del momento, la feria logra cada vez más establecerse como un espacio "de diálogo, de intercambio de opiniones y trabajo conjunto", eso sí, sin olvidarse de la fiesta, que tal y como recuerda es lo que viene buscando mucha gente. Una opinión muy parecida defendía ayer uno de los expositores de maquinaria agraria, Juanjo Artiera, quien reconoce que la presencia en citas como la de Alaior va más allá de lo puramente económico. "Venimos a cuidar las relaciones sociales. Hay clientes con los que hablas durante habitualmente por teléfono, y si no fuera por ferias como está pasaríamos años sin vernos".
Buen ambiente
Quienes seguramente sí hicieron algo de negocio, si se tiene en cuenta el gran número de personas que visitaron ayer el polígono industrial de Alaior, fueron los puestos de repostería, vinos, dulce y artesanía, algunos de ellos preparados para cobrar hasta con tarjetas Visa, algo poco habitual en este tipo de citas.
Y en cuanto a la calidad de las reses que participaron en el concurso morfológico frisón, los expertos confirma también que en Menorca hay calidad. Así lo ratificó ayer el juez del concurso, el asturiano Gabriel Blanco del Campo, quien lleva desde 1980 viajando a Menorca para calificar ganado. "Las campeonas de esta edición fácilmente podrían ganar o estar entre las tres primeras del concurso nacional que se celebrará la semana que viene en Torrelavega", confesaba minutos antes de la entrega de premios. Pero según el experto, además de a nivel nacional, los ejemplares de la Isla podrían competir también con garantías en Europa. "Ha habido una mejoría notabilísima en la calidad de ganado desde que se comenzó a celebrar la feria", señaló.
Homenaje
La jornada de clausura entró en su recta final con una exhibición de las que a buen seguro serán las campeonas de los próximos años, guiadas en la pista por unos jóvenes "ganaderos" en cuyas manos podría estar el futuro del campo menorquín dentro de otro cuarto de siglo. La entrega de premios fue larga (24 galardones), muchos de los cuales fueron a para a manos de las dos grandes triunfadores de esta edición, las fincas de Santa Teresa de Ferreries y Torrellafuda de Ciutadella. No obstante, el gran reconocimiento se lo llevó el conjunto de los ganaderos que participaron, que a petición del maestro de ceremonias de la clausura se llevaron el gran homenaje de todo el fin de semana.