La naturaleza nos presta su espacio y, en ocasiones, lo reclama de vuelta sin contemplaciones. Así ha ocurrido en muchos puntos de la geografía insular a causa del temporal que abatió Menorca en la madrugada del pasado jueves. En especial en algunas playas, como la de Binigaus, en realidad el final de un barranco, la violencia de la lluvia y el viento ha hecho que el aspecto del litoral cambie por completo.
La erosión no ha venido del mar esta vez, sino de tierra adentro, de un torrente cargado por las precipitaciones torrenciales que literalmente «ha roto la playa», explica el geógrafo Xisco Roig. El arenal dividido y en los rincones donde en los plácidos días de verano los bañistas se refugian, grandes rocas y arcilla desprendidas del acantilado dan cuenta de lo peligroso que resulta ahora transitar por este tramo de la costa, debido a que «las rocas son muy inestables», apunta Roig. En la parte superior del acantilado discurre un tramo escarpado del Camí de Cavalls, en dirección hacia Cala Escorxada. El sendero del litoral también se ve afectado por la erosión en la costa.