Dos gallinas ocultas detrás de una palmera, dentro de cubos de plástico y junto a un cirio encendido. Así se encontró un vecino estas dos aves en la zona de Dalt Sant Joan, un escenario que parece indicar que se trata de un ritual de brujería o santería, muy extendido en países del continente africano y en algunos puntos de Sudamérica.
No es el primer escenario macabro que se localiza en la Isla en los últimas semanas. La Policía Local de Es Castell confirma la presencia de una situación prácticamente idéntica a la localizada en Maó hace un par de semanas, en este caso en la Cala Sant Esteve, con aves también degolladas. Un vecino habla de tres gallos, con las mismas velas, en cuencos de barro, comida y signos de sangre.
El ritual de las gallinas decapitadas no es nuevo. Numerosos son los casos sobre los que la prensa nacional se ha hecho eco en los últimos años respecto a este tipo de acciones y, que con la crisis, se vieron aún intensificadas para pedir trabajo. En Tarragona se hallaron dos gallos muertos junto a restos de cera de velas. En A Coruña aparecieron dos gallinas con las cabezas cortadas en dos zonas de la ciudad y en Mallorca se detectó otro caso en Bellver. Los expertos apuntan a este tipo de ceremonias como práctica de brujería y, principalmente, santería. Los sacrificios están presentes en la historia de las religiones, y que en algunas creencias animistas, parte de un intercambio con la deidad, a la que se ruega la solución a algún problema.
En territorios africanos y sudamericanos, el gallo es considerado un guía de las ánimas en los ritos de iniciación, así como también ofrenda de numerosas celebraciones magicorreligiosas. De la creencia en una vinculación entre los difuntos y esta ave derivan los sacrificios.
El hallazgo en Maó ha despertado el interés de los lectores. La noticia en la página web de «Es Diari» registraba ayer por la noche más de 2.600 visitas. Hay que apuntar que además de estos dos ejemplares hallados en cuencos en Maó, la colonia de gallos y gallinas silvestres que se había instalado junto al centro de salud Dalt Sant Joan de Maó se ha visto mermada.