La Policía Nacional admite que el número 22 de la Plaza del Príncep de Maó, un inmueble en el que reside una pareja y al menos dos hombres más, todos ellos okupas, «es un antro de corrupción de menores», según consta en las diligencias. Se trata del tercer escenario, junto a la cueva del skatepark y lugares oscuros de Es Freginal, donde se producen los encuentros denunciados entre adultos y adolescentes que han dado lugar a la detención de cuatro individuos acusados de los delitos de tráfico de drogas y corrupción de menores.
La casa está ubicada en el centro de la ciudad, de paso frecuente para llegar a Sa Ravaleta o al Camí d'Es Castell. Es conocida por los vecinos debido a la regular presencia policial porque se trata de un punto de consumo y presuntamente de venta de droga, y tras el estallido de este caso, un lugar de corrupción y explotación de menores, según la investigación que continúa en curso, en la que también aparece el testimonio de la madre de una menor que se refiere a la casa y a estos hechos. Dos de los detenidos viven en ella.
El inmueble de dos plantas está ocupado ilegalmente desde hace dos años. Lo saben sus vecinos más próximos, en la casa contigua. El titular afirma estar desesperado por las incomodidades y molestias que soporta. Por eso no se muestra sorprendido por las detenciones de cuatro adultos acusados de las prácticas delictivas relacionadas con las drogas y la explotación de menores en esa casa. «Llevamos luchando dos años y no hay manera de echarles», explicó ayer por la mañana a «Es Diari» admitiendo que hace un tiempo tuvo un juicio por una brutal pelea con uno de los okupas de la casa, «que es quien la realquila a otros», afirma. Se trata de uno de los cuatro detenidos que ha ingresado en prisión por el último caso tras haber sido arrestado dos veces en el mismo mes, la anterior por conspiración para asesinato junto a una pareja de amantes.
«No podemos dormir y tenemos que ir a trabajar». El vecino afirma convencido que «drogan a las menores que traen, yo las he visto entrar, y luego las prostituyen con hombres mayores que vienen a la casa». Lo argumenta indicando que «oímos sus gritos porque las drogan y las prostituyen a cambio de las sustancias, las tratan como prostitutas».
Javier asegura que «hemos llamado muchas veces a la Policía diciendo que vengan porque oímos como están violando a las adolescentes; vienen, llaman a la puerta pero no les abren, incluso les he ofrecido que salten por el patio de mi casa a la otra».
En noviembre hubo una pelea por ajuste de cuentas por drogas en esta casa de okupas y la Policía ya practicó cinco detenciones. «Ahora estamos más tranquilos», explica el vecino, considerando que dos de los detenidos en prisión eran habitantes de este inmueble.
«También nos hemos quejado al Ayuntamiento, lo sabe este alcalde y la anterior, para que tapien la entrada de la casa, y nos dicen que está pendiente de juicio, pero si estos se van entrarán otros».