Cinco en punto de la tarde del pasado sábado en el número 16 del Carrer Major, la sede del Ayuntamiento de Es Mercadal, y no hay un alma. La fotografía publicada en redes sociales por el Consistorio, a la hora en que condiciones normales tendría que haber sonado el primer toc de fabiol, resulta muy representativa para el alcalde de la población, Francesc Ametller, quien sostiene que resume «el comportamiento ejemplar» que los ciudadanos han tenido durante toda la semana a la hora de disfrutar del programa de fiestas alternativo.
Admite que pueden existir diferentes opiniones sobre si la programación era demasiado extensa o no, pero defiende su necesidad por una cuestión de seguridad «y evitar caer en la improvisación».
Con las fiestas de Sant Joan aparte por sus dimensiones, las de Sant Martí han despertado mucho interés por ser las primeras del calendario estival de los pueblos pequeños. A falta de celebrar los actos de última hora de la noche de ayer, el alcalde hacía una «valoración muy positiva», tanto por el nivel de participación de los vecinos como por el cumplimiento de las normas de seguridad.
Las fiestas han transcurrido sin incidentes ni aglomeraciones, y se han cumplido a rajatabla con las normativas del Govern balear, que no permite las actividades de ocio nocturno más allá de las dos de la mañana. Méritos que Ametller atribuye también al efecto programa, en el que recuerda que más de la mitad de las páginas estaban dedicadas a recordar todas las recomendaciones sanitarias.
La fiesta ha servido también, defienden desde el Ayuntamiento, para dar algo de oxígeno al sector cultural. «Hay que reinventarse para apartar el virus y conseguir que la cultura siga viva», argumenta el alcalde cuando habla de un programa en el que la música, junto a las actividades de ocio infantil y deportivas, ha jugado un papel importante durante la última semana.
La misa celebrada ayer tarde, en la que no hubo toc de fabiol pero sí lució la bandera de Sant Martí, marcó el inicio del final de un programa festivo que cerró la jornada con una sesión musical a cargo de los miembros de la Banda de Música des Mercadal repartidos en cuatro grupos por diferentes puntos del pueblo.
Un modelo el de las fiestas de Sant Martí que ha superado con éxito la adaptación a la nueva normalidad. Formato que toma el relevo hoy en Fornells para celebrar San Antoni. Reconoce Ametller, como caixer batle que ha sido en varias ocasiones, que todo ha salido bien pero que tiene «una espina clavada». Con ello se refiere a la sensación de «haber dejado de un lado al mundo del caballo, pero teníamos claro que no podía ser», concluye.