«Increíble, maravilloso.Estoy con resaca emocional todavía y volvería a participar sin duda en este proyecto». Las palabras son de la bióloga marina menorquina Aina Blanco (Maó, 1994) y tienen que ver con la finalización de la cuarta campaña del programa «Moby Mommy», una iniciativa impulsada en aguas del norte de Menorca por Tursiops, entidad de investigación marina que tiene como misión el estudio de los cetáceos y sus amenazas en Balears.
Blanco ha sido uno de los siete tripulantes que, a bordo del barco «Irifi», ha navegado durante dos semanas para estudiar cómo se encuentra la población de cachalotes en Menorca. A nivel personal ha resultado una experiencia inolvidable y en lo que se refiere a los datos obtenidos, «muy positivos». Explica Marga Cerdà, una de las responsables de Tursiops, que se han registrado los mejores datos de toda la serie de investigación. «Ha sido una campaña excelente, y ojalá sus frutos se materialicen en una protección para esta especie», añade sobre el que es el principal objetivo que persiguen.
Hay que tener en cuenta que, en comparación con el verano de 2021, este año las condiciones meteorológicas han jugado a favor de la campaña. Ello ha permitido, explica Blanco, que se hayan recorrido aproximadamente 1.115 millas (en la anterior fueron 880) y avistado el doble de cachalotes con una cifra récord.
Tuvieron lugar hasta siete encuentros, seis de ellos de grupos sociales, es decir madres con sus crías, y un macho solitario.En total se contabilizaron hasta 40 individuos, ocho de ellos crías. «Es un muy buen dato», resume Blanco, quien dice que ello no hace sino demostrar «que hay mucha vida» en las aguas del norte de Menorca. «La mitad de los días que navegamos, vimos cachalotes», resume la menorquina, que ha compartido el trabajo de investigación, además de con Marga Cerdà y Txema Brotons de Tursiops, con el también menorquín Lluís Arguimbau, Làia Garrobé, Luke Rendell y Enrico Pirotta.
La bióloga marina, que ha participado a través de una colaboración con la Menorca Preservation, recalca que el objetivo es «dar más protección y visibilidad a lo que tenemos en Menorca. Realmente no están tan lejos de nosotros y no somos conscientes de que hay estos animales tan increíbles al norte de nuestras aguas. Hay que preservarlos y conservar su hábitat».
Más allá de la riqueza que suponen los cachalotes, durante la campaña se realizaron 41 avistamientos de otras especies, con especial protagonismo de las tortugas bobas, mantas y los calderones grises. También varios delfines listados y uno mular, y hasta un zifio de Cuvier y un rorcual común.