La fiesta también se abre camino en Sant Lluís. Como viene sucediendo en el resto de poblaciones de la Isla a lo largo de todo el verano, en la localidad de la zona de levante la celebración regresó este sábado también a la normalidad. Y no lo hizo sin cierta preocupación, ya que los nubarrones que cubrieron el cielo durante gran parte de la jornada fueron para muchos fuente de incertidumbre.
Pero cuando faltaban tres minutos para que se cumplieran las cinco de la tarde, justo en el momento en que la alcaldesa, Carol Marquès, colocaba la bandera en el templete instalado frente a la iglesia el sol comenzaba a destaparse entre las nubes. Sin duda una buena señal, otra invitación a recuperar con fuerza otra ansiada normalidad, la de las fiestas.
Pasados uno minutos, con gran puntualidad, por la vía principal que atraviesa Sant Lluís, el fabioler Jordi Orell se abría camino entre un público todavía no muy numeroso. Uno de los momentos más esperados estaba a punto de tener lugar. Haciendo uso de la rima, se dirigió a la primer edil para pedir el pertinente permiso y comenzar el replec. Orell recordó que «se ha hecho larga» la espera de tres años, pero anunció con alegría que «la tristeza ya queda atrás» sin olvidarse de pedir «un recuerdo» para quienes ya no están entre nosotros.
El fabioler habló de música, cohetes, caballos, gigantes, bailes... La larga espera había por fin terminado. «Que alegría estar aquí, porque ello quiere decir que las fiestas han vuelto», respondió la alcaldesa. Marqués reconoció que «el camino ha sido difícil» por culpa de la pandemia, y aprovecho para agradecer a todas las personas y colectivos que han ayudado en el proceso para salir adelante: «Ha quedado demostrado que cuando nos sabemos unir, nada nos puede destruir», dijo.
Tras los discursos llegó el sonido del fabiol, y cuando el reloj marcaba las 18.09 de la tarde, la caixera fadrina Laura Muñoz se acercaba a la tarima para recibir de manos de la alcaldesa la bandera de las fiestas.
Y así, mientras por una parte comenzaba a tomar forma la qualcada, por otra la fiesta se iba animando gracias a las diferentes collas de geganters invitadas para ocasión, que iniciaron un animado desfile mientras la Banda de Música des Migjorn Gran hacia sonar la melodía del «Comodín II».
La comitiva, formada este año por 65 caballos, se acabó de completar cuando pasaban 18 minutos de las seis de la tarde. Ese era el momento en que la alcaldesa entregaba el bastón de mando de las fiestas a la caixera batlessa, Débora Marquès. Con la incorporación del caixer capellà, Llorenç Sales, la qualcada al completó recorrió un pueblo cada vez más concurrido. Tras el momento de pausa y reflexión durante la celebración de las Completes en la iglesia, las fiestas retomaron todo su brío cuando a las 20.45 horas comenzaron a sonar las primeras notas del Jaleo.