1978. La música disco vive su época de mayor apogeo y el punk empieza a ver el principio de su ocaso. Un año en el que vieron la luz discos tan exitosos como «Some girls» de The Rolling Stones, el debut de The Police, «Outlandos d’Amour», o el álbum homónimo de Van Halen. La industria musical iba viento en popa y en ese contexto, en diciembre de aquel año, abría sus puertas en la calle de Portal d’Artrutx una de las tiendas de discos más emblemáticas de Ciutadella, Tot Música. Un negocio, que 46 años después, el próximo diciembre, bajará la persiana por la jubilación de su gerente, Nina Florit.
Ella tomó hace unos años el relevo de su marido, Abelardo Portella, con quien puso en marcha un negocio que ha sido testigo de la profunda transformación que ha sufrido la forma de consumir música en cinco décadas: de los cassettes y los vinilos a los reproductores de mp3, pasando antes por los CD’s.
Relata Florit que hubo tiempos buenos, cuando los autobuses para ir a la playa paraban en la Plaça de Artrutx y la calle era muy transitada. El negocio se fue adaptando a los nuevos tiempos y lo extendieron también a la alta fidelidad y la informática. En los años buenos el negocio daba trabajo hasta cinco personas. Todo comenzó a torcerse, rememora, con la crisis económica de 2007.A eso hay que sumar las descargas ilegales, que hicieron caer en picado la venta de CD’s, y más tarde la irrupción de las plataformas de streaming. «Cuando llegó la pandemia el negocio ya hizo crack», confiesa.
Y eso que los vinilos se han vuelto a poner de moda y sus ventas han remontado durante los últimos años. De hecho, en 2023 se despacharon en España más álbumes en ese formato que en discos compactos. Sin embargo, Florit reconoce que es un producto más orientado al coleccionista y que se basa más en la reedición de clásicos que nuevos trabajos. Ahora, en Menorca solo se podrán comprar de segunda mano en establecimientos no especializados.
Tot Música, la última tienda tradicional de discos que queda en la Isla, cierra sus puertas por jubilación, porque no hay relevo generacional y, tristemente, porque el negocio no da para más. De hecho, la opción del traspaso ni se la han planteado por que «no se lo aconsejaría a nadie» apunta su dueña. Usuaria desde hace muchos años de Spotify, no le cuesta reconocer que es un invento «fantástico».
Lo que está claro es que la tienda de discos ha jugado un papel clave en la cultura musical de la ciudad y sus responsables hacen gala de haber apostado en sus estanterías por los artistas locales. Florit, que actualmente está liquidado el stock, vive un momento de sentimientos enfrentados. Por un lado, está el inminente disfrute de los merecidos años de retiro, pero por otro el recuerdo de un negocio al que ha dedicado la mayor parte de su vida.