La Sala Sant Antoni, de Maó, acoge desde el pasado día 1 de agosto la exposición «Paseando por pueblos y ciudades», formada por una treintena de cuadros, en la que el artista Alejandro Blanco (Madrid, 1957) muestra el contraste de la vida en las ciudades y en los pueblos, con paisajes urbanos de Nueva York y otros de diferentes pueblos de Menorca. «En la exposición predomina por su simbolismo Nueva York y luego nos encontramos con una tranquila calle de Alaior, paisajes de Maó, ver el contraste entre construcciones grandes como el puente de Brooklyn con los rascacielos al fondo y, sin embargo, también la iglesia del Carme de Maó, tomada desde la Plaça del Príncep, o la iglesia de Sant Lluís vista desde su parte posterior», asegura Blanco.
La exposición «Paseando por pueblos y ciudades» ofrece una muestra de la obra reciente de Alejandro Blanco, que el madrileño afincando en la Isla desde 1980, ha ejecutado entre el pasado año y el actual. Se trata de una colección de paisajes urbanos que, mediante la técnica del acrílico sobre tela, refleja la diversidad de las construcciones humanas y de los estilos de vida, dependiendo del entorno en el que se desarrollan y las distintas emociones que despierten. Los cuadros tienen un formato medio que oscila entre 90x70 i 80x70, aunque los que muestran paisajes urbanos de Nueva York son más grandes, sobre 100x135.
En este sentido, Blanco asegura que «la exposición consiste en dar una visión de los distintos modos de vida que podemos llevar todavía en nuestros días y lo hago a través del contraste entre lo que se vive en las grandes ciudades, las grandes metrópolis y los lugares más pequeños como los que habitamos nosotros, en Menorca, por ejemplo, isla que ocupa bastante espacio en este sentido. Se trata de arte urbano que tiene ese significado de sin muchos personajes dejar translucir lo distinto que es y lo que impone el vivir en un entorno o en otro. La idea no es solo que se vean edificios o calles, sino algunas de las cosas que te puedes encontrar al pasear por allí y están en la exposición como una acera en la que hay unas lecheras viejas, unas maderas, la rueda de carro o algún músico callejero, que se vea un poco la vida en la ciudad».
Presencia
La presencia de vistas urbanas de la Isla y del extranjero está bastante repartida en la exposición, por lo que puede contemplarse una casa muy antigua con una simple puerta y su típica ventana pintada de verde junto a unos escalones de cemento, como una vista del río Hudson con sus rascacielos o un cuadro de las calles de algunas ciudades llenas de grafitis.
La primera exposición de Blanco en la Isla fue en 1983, en las salas de cultura de Sa Nostra de Ciutadella y de Es Castell, en las que mostró casas rurales y paisajes de la Isla. Cuatro décadas después, ya jubilado, expuso una serie de retratos de personajes históricos en Es Soleiet, de Es Castell. «Ahora es un trabajo distinto, me gusta trabajar por temas, voy alternando, me gusta que el tema sea homogéneo, no mezclar bodegones con paisajes o paisajes con retratos», señala.
Licenciado en Filosofía y doctor en Antropología, ha publicado algunos libros de ensayo y en los últimos años ha dado cursos de comunicación interpersonal. «Mi vinculación con Menorca es total, si voy a Madrid, hago dos o tres días para ver a mi familia y me vuelvo rápido porque me agobio, soy diríamos muy menorquín, la semana pasada tuve que ir a Ciutadella y me pareció un gran viaje», subraya.