Último sábado del verano y reina el buen tiempo. Un día perfecto para disfrutar en la playa, pero ello no impidió que mucha gente optara ayer por pasarse por Es Mercadal para disfrutar de la Fira Arrels. Que un cuarto de hora antes de abrir sus puertas ya hubiera gente haciendo cola a las puertas del Recinte Firal sirve para reflejar el éxito de una propuesta que, con algunos cambios a lo largo de sus ocho años de historia, parece haber encontrado su formato idóneo y su hueco en el calendario.
La apuesta de abandonar Maó de 2024, cuestionada por algunos entonces, parece que ha reforzado la feria. Prueba de ello es que sigue creciendo. De la treintena de expositores del año pasado se ha pasado a 42 bajo el lema de «Es sabors de Menorca». También crece en metros de exposición, jugando con los espacios exteriores e interiores del recinto ferial, pero, sobre todo, se incrementa la variedad.
Y en ese campo, merece especial mención que se estrene en el evento el sector de la pesca y que por primera vez se cuente con la participación de todas bodegas de la Isla, hechos que destaca especialmente desde la conselleria de Economía su máxima responsable, Maria Antonia Taltavull. «Arrels no solo es una oportunidad para degustar y conocer los productos de Menorca. La feria también invita a conocer a los productores, a los restauradores y así poder entender la dedicación y pasión de su día a día, fruto de sus tradiciones, su conocimiento y la historia de la gastronomía de nuestra tierra», defendió la consellera en la apertura.
Un evento de producto local pero con factor humano, recuerda, por ejemplo, Itziar Lecea, desde la Associació de Ramaders de Vaca de Raça Menorquina. «El hecho de poder conocer a la gente que hay detrás del producto no es solo un valor añadido, sino algo necesario en el mundo globalizado en que estamos», sostiene.
En Arrels conviven productos menorquines que apenas necesitan promoción con otros que intentan abrirse camino. Ese es el caso de Sal de Menorca, cuya directora de proyectos, Laura Ruiz, considera que ferias como esta son perfectas «para acercarte tanto a la gente como los restauradores, es un muy buen escaparate». En esa liga de recién llegados juega también la bodega de Santa Catalina de Binifadí, que repite por segundo año consecutivo. Una finca muy antigua que tras un largo paréntesis está recuperando la producción. «Volver a hacerse un sitio es difícil, y es por ello que se agradecen ferias como esta», explica África González.
Cualquier promoción es bienvenida, y eso es lo que busca la Cofradia de Pescadores de Ciutadella en su primera participación. «Hay consumo interno, sobre todo del sector de la restauración, pero las compras en el mercado se han perdido», lamenta Cisco Canals, quien recuerda que hay peces «que no tienen tanto nombre como otros, pero son baratos y muy buenos».
Positivo: está en ell centro de la isla; Las empresas participantes; las actividades de Tast i cuina; *Negativo*: que sea gratis la entrada con bolsa de regalo (que pagamos entre todos); que se regalen las copas (mejor la opción re-got que casa vez tiene más adeptos); la deficiente señalización y movimiento de personas; la falta de aire acondicionado; los dos programas de actividades (hace una semana el domingo se abría a las 11,00 h; en el de ayer, a las 10,30 h.). El año que viene, más y mejor.