Lo conocí un sábado por la mañana, encuentro casual como suele ser habitual en este tipo de viejos personajes, su aspecto verdaderamente era deplorable, triste y con una imagen de estar cargado de historias de épocas pasadas.
Según sus palabras, vino a este mundo hace varios años de la mano de unos buenos profesionales, con un aspecto juvenil, buena imagen adecuada a su época, tipo práctico, en pocas palabras, que cualquier familia hubiera estado encantada de tenerlo en su hogar.
Fue adoptado recién nacido y desde su llegada al hogar familiar, querido por todos, discusiones educadas entre los miembros hogareños para poder disfrutar de su "compañía", en pocas palabras, se sentía utilizado por ellos y por consiguiente, estaba encantadísimo por ello.
Como ninguno de los dos tenía prisa, me contó su vida y vivencias de todo tipo: las más habituales habían sido compartir juegos de niños, parejas cortejando, siestas diarias, de vez en cuando algún revolcón sexual, ronquidos del marido de la casa que había sido "invitado" a pasar la noche en su compañía, a consecuencia de haber llegado a altas horas de la noche después de una cena de amigos (oliendo perfume femenino sin identificar), etc. Ah!, lo más fastidioso, horas y horas de programas televisivos, sin poder opinar lo que le hubiera gustado ver, debido a que el mando a distancia de la TV lo tenían siempre sus acompañantes.
El encuentro sabático se produjo en la calle de Sant Josep de Mahón y al siguiente lunes había desaparecido por arte de magia. Alguien lo había trasladado al Pasaje de la Paz, que está ubicado entre la calle Sant Josep y la plaza de la Explanada.
Sus últimas palabras fueron: Mochilero, espero de una puñetera vez que alguien me traslade al lugar adecuado para poder descansar en paz, que estoy hasta los cataplines de provocar una imagen patética y esperpéntica. El miércoles había desaparecido definitivamente.
Teniendo un servicio municipal de recogida para este tipo de personajes, que verdaderamente funciona a la perfección llamando al teléfono 902111971, parece mentira que tengamos que soportar este tipo de actos incívicos.
Amigo sofá, descansa en paz.