Cuatro sopapos en sólo siete jornadas son demasiadas bofetadas en la cara para uno de los equipos que, en buena lógica, debe estar en la zona noble del campeonato.
Cuatro reveses, todos ellos a domicilio, permiten concluir que el Menorca tiene un problema agravado por la ausencia de su único americano, Taylor Coppenrath, lesionado prácticamente desde su tardía llegada a la Isla.
Es el equipo de Berrocal un grupo comprometido que aúna un talento ofensivo indiscutible y desprende una buena química de puertas afuera y hacia dentro, condiciones indispensables para estar arriba pero no suficientes. Y es que sus carencias resultan evidentes. A la plantilla le falta físico porque no tiene segundo americano ni jugadores de color, ni tampoco un perro de presa atrás que contagie al resto. La ausencia de estos especialistas fundamentales disminuyen el grado de intensidad necesario en los momentos más urgentes del partido, lo que aún revela con mayor descaro su fragilidad defensiva. Los tanteos encajados a domicilio no son propios de una plantilla con aspiraciones.
Así, la distancia abierta con Canarias y Burgos, las referencias más evidentes al frente de la clasificación en la que también figuran La Palma y Lleida, comienzan a ser una presión añadida para el Menorca enfrascado como está en el tramo más exigente del calendario en esta primera vuelta.
Urge un paso adelante del grupo, con Berrocal al frente, para camuflar las ausencias reseñadas a riesgo de incrementar la brecha con los rivales directos porque difícilmente se van a producir cambios o sustituciones en el plantel. Y el Granada, este próximo domingo en Maó, sigue siendo uno de esos rivales directos por más que sufra una situación semejante a la de los menorquinistas.