El domingo por la tarde, cuando el colegiado Albiol González daba los pitidos reglamentarios que señalaban el final del Mercadal-Santanyí, último partido de la temporada 2011-2012, un comentario unánime se mezclaba con la ovación que resumía la satisfacción de los aficionados: "Objetivo cumplido. Calificación: Notable". Fue el merecido respaldo para el trabajo de una plantilla, mezcla de veteranos y jóvenes, totalmente entregada a la filosofía de un club serio, austero y cumplidor, a la experta dirección de Yeray Rodríguez que ha sabido encauzar esfuerzos, dosificar fuerzas e inculcar ambición, a una directiva joven, activa y responsable que sabe hasta donde llegar para no estirar más el brazo que la manga. Y, créanme, no hagan caso a quienes intentan devaluar estos méritos insinuando que "podrían haber aspirado a más".
¿Aspirar a más? Constancia, Binissalem, Llosetense, Montuïri, S. Rafael, Peña Deportiva y Santanyí eran desde un principio superiores en calidad y presupuesto, así que quedaba una corta horquilla entre el octavo y el décimo puesto para disputarlos a Campos y Poblense, ilustres veteranos en estas lides. Y ahí ha estado la opción del Mercadal, para finalmente quedar en el preciso y dignísimo ecuador de la tabla, con los mismos puntos que el año anterior, con una plantilla en la que desde un principio faltaban tres puntales de la temporada pasada tan difícilmente reemplazables como Mario Mora, Berto Vaquero e Igor López. Con una pretemporada en la que se ganó por primera vez el trofeo Illa de Menorca. Y reduciendo un 38 % del presupuesto para la plantilla y un 10 % del total. Y siendo por tercer año consecutivo el mejor equipo menorquín de Tercera, y el único que esta temporada ha salvado (holgadamente) la categoría. ¿Se le podía pedir más al CE. Mercadal? Juzguen ustedes, pero yo creo honradamente que no.