Transcurridas tres jornadas de la Superliga femenina de voleibol pueden establecerse ya un par de consideraciones que ofrecen escaso margen de error. La primera, como apuntaban la mayoría de especialistas, suscribe que la disputa de los títulos de la Copa y la Liga se verá reducida esta temporada a los dos equipos riojanos, Haro Rioja y Nuchar Murillo. La segunda, que después de tres partidos ya aparecen dos plantillas cuya competitividad ofrece serias dudas para justificar su presencia en un campeonato profesional como este, tal y como sucediera en la edición anterior. CV Aguere, con un solo set sumado en tres partidos, y Santa Cruz de Tenerife, con ninguno en dos, restarán lustre a esta Superliga con plantillas muy limitadas, limitadísimas, por mor de las enormes dificultades económicas con las que se han mantenido en el. Peor sería incluso, que lo abandonaran una vez iniciado como sucedio el pasado año con Palma o Murcia.
La tarea del Valeriano Allés Menorca es la de encontrar su sitio en el campeonato. Asumido por todos su obligado descenso del nivel superior que le llevó a ganar el título pasado sin demasiada oposición, su meta ahora radica en alcanzar una velocidad de crucero que le permita pelear entre la tercera y la sexta plaza. La transformación absoluta de la plantilla y la imposibilidad de disputar partidos de pretemporada le conceden un largo recorrido por delante. Dispone Bep Llorens de juventud y experiencia en el plantel con la que elaborar un cocktail no tan selecto como el de antaño pero sí suficientemente sabroso para brindar una buena campaña a la afición.
En el plano institucional, el CV Ciutadella exhibió el sábado la fortaleza de su estructura con la presentación de todos los equipos del club. Fue una ocasión más para advertir la distancia sideral abierta entre club y Ayuntamiento que, tristemente, no envió a ningún representante al acto.