El progresivo declive del recinto ferial del Polígono Industrial de Maó es el reflejo del fin de una época para el tejido empresarial de la Isla. Sus instalaciones han ido perdiendo lustre y las glamurosas imágenes de las ferias internacionales de bisutería que le daban empaque, por poner un ejemplo, son ya parte de una historia arrastrada tanto por las dificultades económicas como por las nuevas fórmulas de comercialización que marcan el ritmo del mercado.
Así las cosas, el edificio que recibía engalanado de banderas a potenciales clientes de Menorca o del exterior está ahora bajo mínimos y con un futuro incierto. De hecho, si desde el área de Comercio del Govern no se reinventa el futuro de este ya veterano recinto, corre el riesgo de abundar en su obsolescencia y convertirse en un mamotreto más del paisaje menorquín.
Por contra, crecen otras ofertas de escaparates con un gancho potencialmente superior, como la iniciativa privada que se impulsa aprovechando el Pavelló Menorca o las infraestructuras públicas que se han desarrollado en Es Mercadal.
De forma recurrente, y desde hace no pocos años, se insiste en el atractivo de la Isla como escenario para albergar convenciones y otro tipo de grandes eventos. El mismo PTI contemplaba la creación de un palacio de congresos en Ciutadella al objeto de contribuir a la tan cacareada desestacionalización.
Hoy la realidad se mueve entre las dificultades de movilizar al entramado social con una esperanza de que la inversión expositora tenga un retorno y salvar el problema del transporte aéreo para que esta tierra no quede tan lejos.
Si el recinto ferial de POIMA no tiene más recorrido, y a la espera de otras soluciones, habrá que apoyar a las personas o empresas que lo intentan por otras vías.