(publicado en Es Diari el 16 de Setiembre de 2015)
La Copa del Rey Panerai de vela, reúne cada año en el puerto de Mahón una muestra de los más bellos barcos que surcan nuestros mares, cargados de millas, de años y de vivencias. "Ninguna otra regata española alcanza los índices de elegancia de este encuentro de amantes de la mar a la manera antigua" ha dejado escrito el periodista Luis Pomar.
Fiel a la cita, llega cada año una Agrupación de la Marina Militar Italiana que compagina la instrucción y adiestramiento de sus alumnos de la Escuela Naval de Livorno con el recuerdo de otros jóvenes marinos compatriotas, que en 1943 arribaron a nuestro Puerto, náufragos del acorazado "Roma" hundido por la aviación alemana en las Bocas de Bonifacio, entre Cerdeña y Córcega, el 9 de Septiembre del referido año.
De los 2021 hombres que formaban la dotación del "Roma", más de 1395 desparecieron, entre ellos el propio almirante Bergamini Jefe de la Flota italiana. El resto fueron socorridos y evacuados de la zona por los destructores Mitragliere, Fuciliere y Carabiniere y el crucero ligero Attilio Regolo. No sin dificultades estos barcos pusieron rumbo a Mahón, el puerto neutral más próximo al lugar de la tragedia. De los arribados a Mahón, trece habían fallecido y otros tanto murieron en el Hospital Militar ubicado en la Isla del Rey, a pesar de los esfuerzos de médicos, sanitarios y religiosas por cuidarles. Destaco la figura del joven Capitán Médico Bernardo Sampol, responsable como cirujano, de los cuidados a los trescientos y pico restantes quemados y heridos que se recuperaron en sus instalaciones.
A día de hoy, como sabe el lector, gracias al esfuerzo de voluntarios, todas estas vivencias se conservan "in situ", en las mismas salas donde fueron cuidados en 1943.
De todo esto fueron testigos los ciento y pico alumnos de la Agrupación Naval Italiana. La primera lección debían conocerla: la geografía marca la historia de los pueblos. La situación del puerto de Mahon en el centro del Mediterráneo Occidental facilitó la expansión de la Corona de Aragón hacia Oriente; Inglaterra y más tarde los EE.UU lo habían elegido para facilitar sus rutas hacia Sicilia y Malta; durante la Guerra de Independencia había colapsado el puerto de Toulon; más tarde sería elegida por Francia para apoyar su conquista de Argelia. No debe extrañar por tanto la decisión tomada por los rescatadores del "Roma".
Pero la mejor lección la dio el Almirante Maurizio Ertreo a sus alumnos, en presencia de sus mandos directos y de los voluntarios que les acompañábamos. El alto mando italiano, precisamente hijo de un superviviente del "Roma", había visto y leído minuciosamente, casi ha subrayado uno los partes médicos manuscritos del capitán Sampol. Localizaba a padres de compañeros, como seguía el proceso de aumento de dosis de morfina recetada por el médico a un quemado "para evitar sus grandes dolores". En su mirada había recuerdos, una larga carrera vocacional consolidada, y un sentido de la responsabilidad en la formación de aquellos disciplinados jóvenes. Pensaba en la difícil situación de Italia ante las avalanchas migratorias; intuía lo que pasaba en Libia o en Eritrea cuya historia bien conocía. Les habló de Europa, de sus guerras mundiales y de un futuro incierto. Humanista, con larga experiencia naval, amante de la Historia, el Almirante quiso transmitir un mensaje de responsabilidad hacia un futuro complejo y una lección viva de cómo hay que ver el mañana conociendo profundamente el ayer, no solo para rememorarlo, sino para obtener lecciones y no repetir errores.
No podía dictar una mejor lección en un puerto español, un almirante italiano. ¡La Europa que necesitamos!.
Luis Alejandre Sintes
Mahón