Lo que es aparatos que van con
electricidad, tenemos un montón. Lo más moderno es seguramente un
electroencefalógrafo de bastantes canales, con papel para extender
su largas gráficas. Sería bueno reactivarlo y aplicarlo para
intentar detectar malos pensamientos en situaciones de nervios. Que
las hay. Lástima que no es para eso.
También tenemos uno de
electroshock (Dr. Jordan, de Madrid) que nos lo trajo con los
accesorios para mantener las vías respiratorias libres (Ambú,
Magyll) cuando se aplica, además de adjuntar un retractor de
amputación de extremidad, y un par de cosas más en una bolsa de
primeros auxilios blanca con la cruz de cuando la película aquella
de las Chicas de la Cruz Roja. Por cierto que en la próxima
transformación temática de nuestras colecciones y memoriales de
profesionales, deberán ir al tema de la neurocirugía, el cerebro y
la Frenología, junto con los las esculturas, cabezas de Mariano Cubí
que preservó nuestro inolvidable Dr. Fabián Isamat, neurocirujano
internacional y mahonés de "s'altra banda", explicando donde
localizaban en la cabeza los sentimientos y emociones, que con
Lombroso abocaron a la errónea concepción de situar el lugar exacto
de las maldades y con ello descubrir al "criminal nato" a partir
de lo que habría salido "mal
fabricado" en
su cabeza. Y aunque no sea eléctrica, la silla
antiagitación psiquiátrica,
encontrará su sitio.
Despues viene la serie de los
derivados de los circuitos D'Arsenval, a millones de ciclos por
segundo, para generar corrientes diatérmicas y generar calor interno
curando cosas y calentando otras. Ya hablamos del modelo, con su
libro, del ingeniero de nombre germano suizo, pero que construía en
Madrid hace cien años, y que poseemos, con su torre que permite
ver a través de cristal las chispas de su "estallador" generando
las corrientes, que curó bastantes cosas génitourinarias, siempre
que perecieran con 54º o 56º Celsius de temperatura. Las "cosas"
no perecen a esas cortas temperaturas, que malvados extranjeros
atribuyeron a españoles y napolitanos, no es extraño que aquí se
las llamara también "el mal francés". Y es que antes de las
competiciones internacionales del barón de Coubertin, y agotadas las
Alianzas para Cruzadas y contra el Turco, las competiciones
internacionales se centraron en achacar a otros la causa de
enfermedades. Y no se crean: hasta la gripe de 1919 fue, "española".
Seguimos con los emisores de
ultravioletas e infrarrojos, varios, uno de ellos que mas me parece
un poco teatral pues lleva filtros de colores para un mismo generador
de cuarzo. Y dos aplicadores de microondas que funcionan, pero para
mí las joyas no son los Rayos X , que se merecen artículo aparte,
sino las tres
centrales generadoras de corriente continua,
para aplicaciones
médicas, con su
motor de alterna que mueve el generador de continua y con ello da
lugar a corrientes que van desde los 5 voltios para iluminar
aparatos a introducir -endoscopia,- a las corrientes mas fuertes para
electrofulguración y bisturí eléctrico, y las corrientes
galvánicas y farádicas. Y todo ello según la época, con una
estética en sus patas y mueble metálico, que me recuerda en uno,
lo del órgano del capitán Nemo en el film de sus veinte mil leguas.
Otra aparato similar aplica la estética negra y lacada de moda en
los 1930 de cuando los gánsters y la decoración con mosáicos
negros y el Art Deco. Y un tercero, con más clásico con su tablero
de mármol, que es como hacían antes las placas de lo eléctrico
peligroso.
Hay
más y algunos muy originales..
Miquel
Timoner Vidal
Médico