“La casa del ahorcado” de Juan Soto Ivars es un ensayo sobre algunos tabús contemporáneos y los problemas que supone encerrar los debates que suscitan en líneas rojas cada vez más estrechas y controladas por los más radicales. Es, por ejemplo, el problema de la corrección política, pero también de su contrario, es decir la bandera de la incorrección política, que como demuestra Soto Ivars igualmente tiene sus propias líneas rojas.
En este repaso sobre los tabús encontramos interesantísimas reflexiones sobre la cultura de la cancelación (que no debería etiquetarse como cultura), los linchamientos digitales (de los que ya trató muy bien el autor en “Arden las redes”) o los ataques a la libertad de expresión desde la izquierda y la derecha.
Como en su anterior libro, Soto Ibars (Águilas, 1985) pone ejemplos concretos para ilustrar los excesos que pueden cometer quienes se dejan arrastrar por la tribu o por los límites de su pensamiento. El libro nos recuerda que los herejes siempre han sido perseguidos, que la inquisición fue abolida pero el espíritu inquisitorial, no, y que la ciencia, el pensamiento y la democracia precisan de la libertad para poder avanzar.
Cuestiones como los juicios sumarísimos y la falta de presunción de inocencia en el marco de movimientos que luchan contra las injusticias como Mee too o Black Lives Matter son ampliamente comentados, al igual que temas como la apropiación cultural o el discurso de López Obrador exigiendo que España pida perdón por la colonización. Son temas que muchas veces se quedaron solo en los titulares o en los exabruptos de algunos comentaristas, pero bien merecen algunas de las reflexiones que les dedica este dotado ensayista.
“La casa del ahorcado” está escrita con inteligencia, muy buen estilo, espíritu de moderación, voz propia, independencia e incluso valor. Es fruto de muchas lecturas y mucho tiempo y pensamiento. En una reciente reseña en Babelia me sorprendió que algunos tildaran de “neorrancios” a quienes cuestionan las intocables “verdades” de la corrección política. Me pregunto pues: ¿desde cuándo la inteligencia es rancia y el dogma, progresista?
Conseguí un ejemplar en papel de esta necesaria obra en una biblioteca pública, la de Mahón en concreto, pero he puesto tantos señaladores en sus páginas marcando cuestiones y razonamientos que merecen ser repasados que no me quedará otra opción que comprar mi propio volumen y hacerle un hueco en mi biblioteca (pese a que ésta amenaza con devorar toda mi casa).
La casa del ahorcado. Cómo el tabú asfixia la democracia occidental
Juan Soto Ivars
Editorial Debate
380 páginas