Soy voluntario de esta Isla desde hace bastantes años y estoy orgulloso de poner mi grano de arena para recuperar el antiguo Hospital Militar y su entorno, situado en medio del seguro y bello puerto de Mahón.
Aquel Hospital que había sido ingles desde 1711, dejó de serlo el año 1964. Cuando un edificio se abandona va perdiendo calidad, seguridad, estética y fortaleza. Si a lo dicho se le añade que, una vez abandonado, tuvo visitas que no fueron de cortesía sino de depredadores que se llevaban todo lo aprovechable, ya imaginan a que estado llegó. Fue como si a un enfermo en vez de darle tratamientos para curarlo, le dieran garrotazos, para robarle además con nocturnidad y alevosía.
Un día un militar de alta graduación navegaba por el bueno y bello puerto mahonés acompañado de un curso de estudiantes de arquitectura, los cuales comentaron y criticaron el estado de gran deterioro que, comparándolo con los humanos, se podría afirmar que estaba en coma profundo.
Ni corto ni perezoso el militar no solo decidió volver a la Isla del Rey el domingo siguiente, sino que convenció a un grupo de amigos para que hicieran lo mismo. Así un domingo y otro, un mes y otro, un año y otro, hasta nuestros días, se ha conseguido que el citado hospital en coma profundo, ahora está vigoroso, fuerte y rejuvenecido que da gusto verlo.
Pero no son solo los edificios lo que se ha recuperado sino también lo que se guarda dentro de ellos. Actualmente la Isla del Rey es un gran museo con muchas salas en las que se guardan objetos, herramientas, libros… todos ellos con gran valor histórico.
En la parte exterior se puede observar importante arbolado sobre todo de acebuches, los cuales muchos se trasplantaron pequeños y los primeros años se cuidaron mucho porque de no hacerlo así no habrían sobrevivido el seco verano menorquín. Se podaban con mimo, se regaban cada domingo cuando había que ir a buscar el agua lejos con dos calderos uno en cada mano. Al cuarto año después del trasplante ya no hacían falta cuidados tan minuciosos. (1)
Marcos Segui Pons.
Voluntario
-
Con modestia el autor no se atribuye el enorme mérito de haber transformado una zona degradada utilizada como basurero de material sanitario en la que habían crecido algunos “ullastres” salvajes, en un bello bosque integrado en el conjunto, valorado por los paisajistas de Hauser&Wirth y por los miles de visitantes que acuden a la Isla del rey.