Lo siempre sorprendente de la isla del Rey: el sofisticado tubo de rayos X y explorador de garganta a la luz de una vela
Allí se han acogido centenares de utensilios y aparatos médicos y sanitarios tan diversos que permiten cabalgar un par de siglos sin salir de una única sala.
Es lo que pensaba el pasado domingo al limpiar con sumo cuidado el tubo emisor de rayos que aun con la etiqueta del fabricante «J.Sánchez- Piedrabuena», nos ha llegado del excelentemente cuidado equipamiento de la consulta del doctor ciudadelano señor Hernández.
Empezando por la orla, una obra artística en forma de frontispicio de templo griego del saber. (con dimensiones que ni hechas a propósito para estar en la biblioteca encima de la antigua chimenea), a la lámpara de consulta de un diseño que me traslada a cien años antes. Y no lo digo como frase hecha sino por comprobación en el catálogo de 1924 de utillaje e instrumental.: Pero la pieza princeps es el aparato portátil y desmontable de rayos X tanto para hacer escopias, con su negatoscopio plegable con plumaje digno de una revista de la Belle Epoque, al generador y al tubo emisor, fabricado todo ello por aquel J.Sánchez, nuestro ingeniero español que trabajó y maduró con TESLA en los USA hasta que regresó a España y desde Piedrabuena, convertido en lo que si fuera, de primerísima calidad comprobada uno a uno, grabando en su vidrio esmerilado el número de cada unidad, como tiene el nuestro .
Y en ese mismo día, contrastaba yo con un humilde aparato para inspeccionar fondo de la garganta, deprimiendo con suavidad la boca y dejando que una pantalla metálica refleje la tenue luz de llama de un mechero de alcohol, o una vela insertada y todo ello diseñado magistralmente para con una mano iluminar boca y faringe mientras se hace sitio sobre la lengua. ¡Genial diseño!
Y todo ello en una mañana en esa isla de tanta Historia: Poder guardar un genial diseño para con un simple llamita iluminar boca y garganta, al lado de un soberbio tubo electrónico, que con unos miles de voltios de tensión, generar unos rayos capaces de atravesar el cuerpo humano y hacer visible lo antes imposible. No pude menos que pensar que tenía a la vez la cerilla que ilumina una habitación obscura y un producto de la calidad y conocimientos avanzados acuñados al lado del genial Tesla.
Y todo ello gracias a la Isla del Rey y a lo que allí esta ocurriendo desde hace veintiún años.
Miguel Timoner Vidal
Voluntario