Resulta difícil comprender que una empresa como Baleària realice la venta de butacas de su salón Neptuno sin ninguna numeración impresa y señalada en el billete, ni siquiera durante el periodo estival –sobre todo, en el mes de agosto-, para una mayor organización y eficacia de sus servicios. Así evitaría las frustraciones, decepciones e, incluso, agresiones verbales o/y físicas entre sus pasajeros que se producen, cuando habiendo pagado su coste o siendo beneficiario de la disponibilidad de butacas Neptuno por el motivo que fuera, no pueden ocupar sus butacas porque o bien han sido ocupada –más bien allanadas durante algún momento de la travesía- por pasajeros que ocupan otras acomodaciones –butacas sirena y butacas bar-, o bien la empresa Baleària pone a la venta más billetes que butacas dispone.
Sea cual fuese el motivo por el cual hay muchísimas menos butacas Neptuno que pasajeros buscando asiento, es una situación muy desagradable, carente de ética y moralidad, además de una chapuza organizativa empresarial. Por cierto, ¿dónde están los acomodadores o profesionales que controlan que cada pasajero ocupe su lugar correspondiente? Más allá de la contratación o no contratación de más profesionales de Baleària, que también, la impresión en el billete de un número de butacas no solo evitaría descontentos personales y la violencia entre pasajeros sino que también sería el mejor controlador de, a mi entender, las anomalías señaladas en esta carta. ¿Tan difícil resulta numerar las butacas, al menos las del salón Neptuno? Resulta difícil aceptar la proclama de que Baleària se preocupa por el bienestar del pasajero: la realidad es abismalmente antagónica en la distribución y control de las acomodaciones, en el servicio de cafetería, en el buffet…