El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pidió ayer disculpas a los españoles por los últimos casos -aún presuntos- de corrupción en los que aparecen involucrados numerosos militantes del Partido Popular, la mayoría de los cuales ha desempeñado cargos de gran responsabilidad institucional. La 'operación Púnica' es una colosal trama de comisiones ilegales en la adjudicación de contratos públicos que también salpica a alcaldes y presidentes socialistas de diputaciones.
Rajoy ha salido a la palestra después de que la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre reconociera el «bochorno» por las graves irregularidades atribuidas a quien fue su 'número dos', Francisco Granados.
La sociedad española está indignada por estos comportamientos corruptos, instalados en la denominada clase política, La codicia personal y la búsqueda de financiación para los partidos, sindicatos y patronales formaban parte de la gestión ordinaria de las instituciones públicas. El castigo a los delincuentes debe ser ejemplar, con la inoculación de una vacuna social que impida vuelvan a repetirse casos similares. Una catarsis imprescindible para recuperar la confianza ciudadana.