En apenas 48 horas, el PSOE ha entrado en una dinámica de autodestrucción impensable. Esta formación, con una trayectoria histórica, se halla hoy sin dirección, dividida y enfrentada entre partidarios y detractores del secretario general, Pedro Sánchez, superado por el colapso institucional de dos elecciones generales y un Gobierno en funciones desde hace diez meses. Los acontecimientos se suceden a gran velocidad desde que el expresidente Felipe González afirmara que se sentía «frustrado y engañado» por Sánchez al no haberse abstenido en la segunda votación de investidura de Rajoy. El pulso entre los barones ha dado paso al esperpento en la sede del PSOE, donde resiste un Pedro Sánchez atrincherado con sus fieles, entre ellos la presidenta de Balears, Francina Armengol.
Susana Diaz, que se perfila como la alternativa, rechaza el congreso extraordinario y mantiene la necesidad de anteponer los intereses de España a los del partido. El PSOE se enfrenta a una desconexión con la sociedad, con unos resultados electorales que reflejan un grave retroceso. Pocas salidas dignas quedan ahora para este espectáculo de caos y desacuerdos que debe cerrarse ya.