La actuación de la Conselleria de Educación del Govern y varios ayuntamientos para la distribución de los alumnos procedentes de la inmigración debe ser valorada como una iniciativa para evitar guetos y facilitar la integración de quienes son los nuevos ciudadanos de las islas. La primera inversión de una sociedad cohesionada es la educación, porque de ella se deriva la confianza en el futuro. Formar a los niños y jóvenes procedentes de la inmigración constituye un esfuerzo costoso que requiere más recursos, más inversiones públicas y una estructura educativa sólida.
La sociedad debe ser consciente de que en este objetivo debe existir coincidencia y colaboración, ya que beneficia a todos. Para lograrlo es preciso el trabajo de los docentes, que forman a alumnos llegados de todos los países del mundo. Un trabajo que es fruto del esfuerzo y la vocación del profesor. No se pueden crear guetos educativos, porque genera disfunciones que se multiplicarán cuando estos nuevos estudiantes lleguen a la vida adulta. La Conselleria y los ayuntamientos deben movilizarse porque o abordan ahora el reto o se les escapará de las manos. Hay que reaccionar con decisión.