Las dificultades y los problemas que ha encontrado Dimitri Sturtdza para llevar los proyectos e iniciativas de carácter cultural en la finca Mongofra han provocado un cierto desánimo en este promotor y empresario francés que había puesto su mirada sobre Menorca. Las actuaciones se están ralentizando y Sturtza ha desembarcado en Malta donde ha iniciado otro proyecto cultural.
Entre los hechos que más influido en su ánimo destaca la suspensión del primer contrato de alquiler con la Fundació Rubió para la emblemática finca situada en la costa norte menorquina, lo que obligó a firmar otro contrato, de carácter provisional, con una duración de cinco años. También han pesado los desacuerdos y las inacables batallas judiciales que mantiene la familia Rubió con el patronato de la fundación. Sturtdza ha intentado el acuerdo pero persisten los frentes abiertos en los Juzgados. Pero el hecho determinante es que en Menorca, como señala, cuesta mucho llevar a cabo cualquier acción y contar con apoyos. En Malta ha hallado estos apoyos, que le han permitido montar una infraestructura cultural en tan sólo dos meses. Un caso que demanda respuestas y explicaciones.