Hoy se cumple el plazo dado por el ingreso en prisión de Miquel Arenas, más conocido como Valtonyc, condenado a tres años y seis meses por los delitos de exaltación del terrorismo, ataques a la Corona y amenazas a Jorge Campos, dirigente de Actúa en Balears. Todo indica que el rapero mallorquín ha huido a Bélgica. La durísima sentencia ya no tiene vuelta atrás, aunque son muchas las voces que la consideran excesiva al colisionar con la libertad de expresión. El debate se centra en cómo sancionar los excesos cometidos por el cantante, que no pueden quedar impunes, pero se considera desmesurada la privación de libertad.
Valtonyc mantiene una constante actitud de enfrentamiento y menosprecio del sistema judicial español; insiste en su actitud de desacato e incluso insta ahora a la comisión de atentados contra la Guardia Civil. Todo ello debilita sus apoyos, que se reducen a grupos radicales. El último movimiento del cantante, su marcha a Bruselas, trata de ampliar el impacto mediático de la polémica, pero no resolverá nada. Demorar la entrada en la cárcel perjudica a Miquel Arenas y lo que todavía es más importante, la defensa de la libertad de expresión.