La incertidumbre que, desde hace meses, lastra la política española, con un Gobierno del PSOE en funciones, unos Presupuestos estatales del PP prorrogados y una investidura fracasada han abierto un escenario de inestabilidad, al que debemos añadir una posible convocatoria electoral. Unos comicios que son rechazados por la ciudadanía pero, a medida que se diluyen las opciones para que Pedro Sánchez obtenga la confianza del Congreso de los Diputados, adquieren mayor visos de celebrarse. En este contexto se sitúa el conflicto catalán, uno de los retos políticos de mayor trascendencia al colocar en primer plano el pulso entre Catalunya y España. Hay que añadir un último factor determinante: el juicio al ‘procés y su próxima sentencia
La desconfianza se ha instalado entre las formaciones que promueven la independencia de Catalunya al discrepar sobre las estrategias a seguir una vez se conozca el fallo del Supremo.
Cuando el ciclo económico está emitiendo señales de que está cambiando, con indicadores negativos en creación de empleo, consumo e inversión, es preciso cerrar este excesivamente largo periodo de interinidad. La incertidumbre genera desconfianza, política, social y económica. Los ciudadanos reclaman estabilidad y gobernabilidad.