Puede que no lo sepas, pero Mireia Ingla es una genia. O un genio. O une genie. O el género en el que se sienta más identificada, no querría molestarla. Mireia Ingla, insisto, es un portento intelectual de la naturaleza, además de ser la alcaldesa de la localidad catalana de Sant Cugat, que puede presumir orgullosamente de ser uno de los lugares con más casos positivos de España.
La alcaldesa no dudó hace unos días en soltar públicamente que la culpa del incremento de casos de su municipio era de Menorca. Y se quedó tan pancha, tan a gusto, imagino que convencida de que había resuelto uno de los enigmas más complicados del planeta. La culpa es de Menorca, dijo la edil, obviando que en su municipio su gestión permitió a consciencia, según cuentan, algo similar a lo que se vivió en Sant Joan en Ciutadella, coincidiendo que sus fiestas populares siguen a las nuestras. Parece que según ella la covid no existía en su localidad antes de que un importante montón de jóvenes volvieran de su escapada de final de estudios en Menorca llevando consigo el virus y alguna ensaimada.
No, señora Ingla. El contagio masivo es la consecuencia de un comportamiento irresponsable que no solo se ha dado en nuestra isla. Un número importante de jóvenes nos ha dejado una gran lección que aprender. Se la suda todo o casi todo, casi como a usted. Acusa a Menorca, un destino que vive de su turismo, de la reputación que tiene y que nos construimos a base de nuestro esfuerzo en tratar lo mejor que podemos a los visitantes, y no se puede tolerar que alguien la ataque vilmente de esa forma.
Imagino que gestionar el ayuntamiento de una de las localidades con una mayor renta per cápita de España, o sea, es como súper difícil tía, ¿sabes? Pero aquí -nos guste o no- vivimos del turismo, de que la gente confíe en venir a descubrir o redescubrir nuestros encantos y de tratar a todo el mundo como si estuviese en su casa, aunque a veces sea lo último que nos apetece cuando la soberbia, la prepotencia o la chulería rebosa.
No, señora Ingla. Como alcaldesa no puede buscar la culpa en ombligo ajeno y menos cuando el suyo está tan cerca. Porque hacerlo muestra su capacidad como gestora y como persona.
A algunos menorquines nos cansa la soberbia con la que se nos trata, sobre todo en época estival, por parte de aquellos que pierden la cabeza por venir a nuestra isla. Usted no hace falta que venga, no vaya a ser que se contagie con el riesgo que supondría para la evolución de la raza humana. ¿Pensará que el ‘balconing' es culpa de Balears y no del imbécil que le da por tirarse a una piscina sin agua o del idiota que, con la cogorza, salta de terraza en terraza obviando la ley de la gravedad y sus espachurradas consecuencias?
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