Cuando aumenta la presión asistencial en el hospital Mateu Orfila, con 27 pacientes ingresados en planta -la mayor parte de ellos que aún no han sido inmunizados-, la Unidad de Cuidados Intensivos mantiene monitorizados a seis menorquines en estado crítico que no han recibido ni tan siquiera la primera dosis. Al mismo tiempo, se ralentiza la campaña de vacunación, que registró en la Isla una caída del 26,6 por ciento durante la última semana. Una tendencia muy preocupante que se ha ido acentuando estos últimos días.
En este contexto, la consellera de Salud, Patricia Gómez, tras precisar que no es partidaria de «fomentar la salud pública desde el miedo», advierte que «no vacunarse ahora puede suponer verse en una UCI intubado bocabajo». Coincide con la declaración, difundida por el Instituto Robert Koch alemán, de toda España, incluida Balears, como zona de alto riesgo por el avance de la pandemia. Porque el virus sigue circulando e infectando. Aquellos que, desde el negacionismo, rehúsan ponerse la vacuna ponen en riesgo su salud y, al mismo tiempo, son vectores de transmisión y contagio. Sin un amplio porcentaje de población inmunizada no se logrará controlar la covid.