Mientras la ofensiva militar rusa para ocupar Ucrania no deja de acumular víctimas civiles, hoy está previsto que los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia y Ucrania, Sergei Lavrov y Dimitro Kuleba, respectivamente, se reúnan en Turquía. Una cita que eleva el nivel de las negociaciones para encontrar una salida a la agresión de Rusia contra el pueblo ucranio.
Las exigencias de Vladimir Putin para cesar el ataque incluyen la anexión de la península de Crimea y las regiones rusófonas a Rusia, además de vetar la incorporación de Ucrania a la OTAN. En 1994 Ucrania aceptó la cesión de su arsenal nuclear a Rusia a cambio de su protección militar, un acuerdo que Putin ha violado en todos sus extremos. La defensa heroica del ejército y de la población civil liderada por el presidente Zelensky no frena las tropas rusas, cuyos bombardeos impactan sobre objetivos civiles y la población indefensa.
La victoria militar rusa llevaría aparejada la prolongación de su aislamiento internacional, además del grave problema de controlar un pueblo dispuesto a defender su independencia. Los puntos débiles de Putin son claros: la firmeza y unidad del bloque occidental, y la falta de apoyos internos en Ucrania; los cálculos del Kremlin han fallado en ambos aspectos. Ahora sólo cabe esperar el resultado de las nuevas negociaciones.