El Parlament -con la abstención del PP y los votos en contra de la izquierda- ha tumbado la propuesta de Vox para derogar la Ley de Memoria Democrática de Balears. Al mismo tiempo, la izquierda y el Partido Popular aprobaron el decreto que prohíbe construir en zonas inundables y corrigieron el error de las enmiendas aprobadas por una equivocación del PP. Vox ha digerido de mala gana su papel de formación secundaria. Sus últimas maniobras han intentado erosionar al Govern Prohens, que ha retirado el proyecto de Presupuestos para 2025, pero el partido de Abascal queda en tierra de nadie y con la sensación de que sus diputados son marionetas manejadas desde Madrid.
El cainismo de Vox en Balears, fragmentado en varias acciones, no transmite nada bueno a la ciudadanía y a su propio electorado. Prohens y equipo saben que reeditar acuerdos con la izquierda es una quimera. De ahí que el futuro político de Balears dibuje diversos interrogantes, pero el PP tiene varios caminos para aprobar sus presupuestos, que estaban pactados con Vox. Llegados a este punto, la formación ultra debería saber que Roma no paga a traidores y explicar también por qué el PP ha permitido que Le Senne siga acomodado en la presidencia del Parlament a pesar de la indignidad de algunos de sus actos.