El sindicato mayoritario en la negociación del convenio de hostelería -UGT- ha abandonado la última reunión, considerada crucial. Esta decisión de los representantes de UGT dinamitó el posible acuerdo e incluyó la convocatoria de huelga para el 10 de julio. Este paro -en principio de cinco días- asesta un golpe en toda regla para el sector turístico, que debe gestionar esta crisis en plena temporada alta. El sindicato ugetista tensó aún más la cuerda al afirmar que sus diez representantes no participarán en otras reuniones salvo que la patronal acepte incrementos salariales cercanos al 16 por cien. La posición de UGT contrasta con la de CCOO, más receptivo a alcanzar un acuerdo.
En esta negociación, los sindicatos exigieron de entrada una subida del 19 por cien y la patronal ofreció un 8,5 por cien. Después todos cedieron un poco: 16 por cien ante un once por cien, pero no se avanzó más. Llegados a este punto, la sensación de fracaso es absoluta. Pierde la patronal y los sindicatos. Si la amenaza de huelga se mantiene, es una pésima noticia. Nadie quiere irse de vacaciones a un destino donde puede encontrar más problemas que satisfacciones. «No contemplamos la posibilidad de que haya huelga». El Govern, que se ha ofrecido como mediador, ha de impulsar una aproximación de posturas para alcanzar el acuerdo.