Los valores que determinan la conducta de un persona, y los que desearía, la definen.
Una frase evangélica lo confirma: "donde está tu tesoro, allí está tu corazón". Realmente, la estructuración de la jerarquía de valores descubre la categoría profunda de las personas.
Actualmente se habla mucho de crisis de valores, mucho más importante que la crisis económica, y motivadora aquélla de gran parte de la última.
La crisis de valores no significa la inexistencia de éstos, sino la escasa calidad de los que priman en nuestra sociedad occidental.
La valoración de la vitalidad física o estética sobre la madurez personal, la valoración del placer inmediato más que el del esfuerzo gratificante, la valoración del poseer más que la del ser, la valoración del erotismo desenfrenado, más que la del autocontrol de uno mismo sobre los impulsos de la sensualidad, la exaltación del valor libertad sobre el de la necesidad de autoridad, disciplina y respeto a los demás, la mitificación de los derechos más que la de los deberes correlativos son síntomas de una sociedad en crisis.