Todo lo que sucede en Estados Unidos tiene una inmediata repercusión en el mundo. Recuerdo que en agosto de 2007, el entonces secretario de Estado de Economía, David Vegara, afirmaba en este diario que el problema de las hipotecas de alto riesgo estaba focalizado al otro lado del Atlántico y que no afectaría al crecimiento económico español. Juzguen ustedes. Ahora se habla de la reforma sanitaria de Obama como si reafirmara nuestro propio modelo público, y en cierto modo es así, porque el tratamiento de las enfermedades, especialmente de las más graves y crónicas, no es ni debe ser nunca un negocio. De ahí que el presidente norteamericano recordara a su madre, enferma de cáncer, peleando por su cobertura médica con las aseguradoras.
Vivir con la red de unas garantías sanitarias, aunque sean mejorables, es algo que damos por hecho y no siempre apreciamos en su justo valor. Es un sistema que puede zozobrar si no se controla el gasto. En Balears se ha sabido que la deuda de la sanidad suma 526 millones de euros y el conjunto de las autonomías debe a los proveedores casi 6.000 millones en material y fármacos. Habrá que aplicar una política auténtica de austeridad y de recorte de otros capítulos de las cuentas públicas para sostener el modelo que nos garantiza esa asistencia universal.