Pretender que 16 países, 19 si contamos Andorra, Montenegro y Kosovo, estén regidos en lo monetario por una moneda única, en este caso el euro, es más un loable intento de unificar a Europa que una cuestión factible, liberada de quebrantos y sobresaltos. Lo de Grecia no es más que un doloroso anuncio de un camino precipitadamente desbrozado y muy lejos de tener un tejido industrial, laboral y financiero tan homologable entre si que pueda calificarse como un caso aislado y puntual que nos garantice que no va a tener imitadores.
Los ingleses nunca estuvieron por aparejar una yunta tan descabalada, tirando luego del mismo carro europeo y no les pasa nada que no nos pase a los demás, con la ventaja de no haber pasado por el cataclismo de tener que adaptarse a una moneda que nos fatiga los esquemas, confundiendo un duro, que son 5 pesetas, con el valor de un euro que son 166. De esas matemáticas, estas quiebras en el común de la buchaca del ama de casa y aun de todo aquel que no haya reciclado en su intelecto la ecuación diaria de lo que realmente es un euro cuando mete la mano en la cartera.
Para mí tengo claro que el gobierno griego andaba en la economía como si todo el monte fuera orégano y ahora, de hoz y coz, al pie del Partenón, se le ha aparecido "el tío Paco" con la rebaja. Y una de estas va a tener que ser: o se salen deprisa y corriendo del sistema o acaban endeudándose hasta más allá del cuello de las Cariátides que sujetan el Erecteion del estado económico de Atenas. Lo que de ninguna manera se puede hacer sin tomar acto seguido decisiones muy drásticas y dolorosas para los griegos y colateralmente para los otros países que tienen que apuntalar el edificio de la economía griega, temerosos que de no hacerlo, en su derrumbe no arrastre tras de si todo el tinglado, que esta es la hora que aún no se me alcanza saber si fue buena o mala idea lo de la moneda única. ¡Hombre! Por un lado ésta es la primera vez que Europa unifica esfuerzos y voluntades para hacer algo juntos lejos de aquella Europa que cada dos por tres le daba por tener alguno de sus países guerreando y arreglando ambiciones de reyes y políticos a garrotazos. Ahora, como en el caso de España, tienen algunos países que ir de prestado para poder dejarle a Grecia los dineros que también torpemente antes han dilapidado. De manera que la deuda griega, como una mancha de petróleo, dejará el chapapote en otros países. El nuestro es uno de ellos, que ahora anda con las vergüenzas económicas por los despachos de las chancillerías para auxiliar al euro griego en su batalla de las Termópilas del despilfarro.
Una costumbre muy de la mano de los políticos cuando los caudales que manejan no son los propios si no los ajenos, los del contribuyente, es ejercer la generosidad gratuita, y así dejan millones que no son suyos si no del contribuyente, que luego, al cabo de unos años, condonan. Ya verán como al final la deuda griega será condonada. Mientras tanto, toca en Grecia un capítulo de huelgas y desórdenes que está por ver en que paran.
Aquí, en casa, que esta es otra, las cosas tampoco están como para tirar cohetes. El señor Zapatero debería acordarse de lo ventajoso que resulta aprender en cabeza ajena. Para empezar, debería deshacerse del ejército de asesores que le asesoran tan malamente y pasarse una mañana de estas por la COPE y a la mañana siguiente por Punto Radio, donde encontrará a media docena de radio hablantes que es raro el día que no expliquen lo mal que lo hace el gobierno, con lo fácil que es hacerlo bien y lo sencillo que es solucionar lo de la crisis. Esta buena gente venga de dar soluciones pero ZP en sus quiebras, no les hace ni puñetero caso. Va ser cosa de comprarle un sonotone y tenerle 15 días escuchando a estos "sabios". Seguro que así se arreglaba lo de la crisis y de paso el no tener que vérnoslas como en Grecia.