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Con munición de fogueo

Malestar contagioso (y 2)

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En entrevista publicada recientemente en "El Semanal", Joan Manuel Serrat, al que le han quitado medio pulmón, la vejiga y algo más, pero que sigue en pie, lo cual nos alegra, a la pregunta del entrevistador sobre cómo ve el panorama político, dice: "Hay un desencanto grande por parte de la sociedad. La clase política no puede permitir más el deterioro que se está produciendo, y no solamente por cuestiones de corrupción, sino de negación de la misma. Aquí, nos quedamos con el "¡y tú más!" en lugar de limpiar la casa. Y eso no puede ser.

Deteriora una sociedad y nos hace vulnerables a que aparezcan problemas económicos, de identidad y de todo tipo".

Elocuente, sincero, real como el "padrenuestro" de cada día y no hay forma, no lo entienden, o no quieren darse cuesta de una realidad que nos hace cada vez más vulnerables, menos críticos, más desilusionados.

Limpiar la casa propia es el primer paso para luego exigir al vecino que obre de igual manera; el "¡y tú más! no soluciona nada, absolutamente nada, sólo sirve para que la espiral se eternice y se convierta en contagiosa.

Negar lo innegable, porque nadie puede lanzar la primera piedra ya que todos, los unos y los otros, no están libres de culpa, es la forma más siniestra de echar por la borda la ilusión de todos, hacer un uso equivocado de la democracia, formula de gobierno por la que apostamos ilusionadamente porque creímos y seguimos creyendo en ella, simplemente porque aporta toda una serie de valores éticos -libertad, justicia, respeto, igualdad, solidaridad …- que huelen a vida, a esperanza, a tolerancia.

Malgastar todos estos valores equivale a echar por tierra cuanto de positivo hay en cada uno de nosotros y cuanto en sí misma tiene la sociedad democrática; en ocasiones pienso que los políticos deberían pisar más la calle, sentarse a escuchar lo que el ciudadano medio comenta, saber lo que "cuesta un peine", lo que siente un parado, un joven, una ama de casa o un anciano; pero claro, ellos, los políticos -afortunadamente no todos- son casta, no pueblo.

Y sin esta simbiosis entre los de arriba y el pueblo difícilmente las soluciones que se propongan serán compartidas y hoy, más que nunca, marchar en la misma dirección, apoyar un proyecto que ilusione, es indispensable porque la situación es crítica, tremendamente preocupante.

Posiblemente desde esta posición resultaría más fácil hablar de remodelar el Ejecutivo a ir directamente a unas elecciones anticipadas pero mientras no consigamos un punto de encuentro, todo sonará a falso, cualquier medida a improvisación y nada volverá a ser como antes porque habremos perdido la "inocencia".

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