Iba a escribir una cursilada sin sentido, o bueno, con la dosis mínima de sentido para que el director no me censurara, pero me he arrepentido a tiempo. Hace tiempo, amigo lector, que no te hablo de la vida nocturna, la que sabes de sobra que me apasiona, la que reúne a la peor gente que al fin y al cabo es la que más te llena con su compañía y con la que compartes lo mejor de la vida. Creo que le estoy perdiendo el vicio a los paseos nocturnos sin fines 'idióticos', sí bueno, aquellas veces en las que no puedo dormir, cojo el coche y empiezo a despilfarrar kilómetros a mansalva sin un rumbo fijo.
Los que me conocen saben que me apasiona redescubrir calles y lugares envueltos en una simbiosis de oscuridad, tranquilidad y silencio. Cuando el ruido se calla te das cuenta de que realmente el ser humano, maravilloso o no, sobra en este regalo que es el planeta. Y a mí me gusta saber cómo están los enanitos que campan a sus anchas por el centro de un pueblo cuyo nombre me reservo para que nadie los asuste.
A altas horas de la madrugada don Juan lleva rato durmiendo y lo único que quedan son canallas y fulanos que saben de la vida lo que no sabemos ni tú ni yo. Doctores honoris causa en la Universidad de la calle, vamos. Y a estos son a los que merece la pena escuchar porque te resolverían esto de la crisis en un 'plis', quitando un poco aquí y poniendo un poco allá. Además, no saben de lo que hablan, pero siempre tienen la razón, y sin tener voces celestiales cantan las mejores canciones como los ángeles. 'Lola la tabernera' o 'el amor es como el vino', por ejemplo.
Antes me solía codear más con esta 'jet set', y te juraría que casi casi me escribían los artículos ellos, con sus vivencias, con su espíritu o con su maldita mala suerte que daba ganas de reír por no llorar. Pero ahora se están pasando de moda, ahora su sabiduría navega en cocktails de nombres estúpidos y bajos en alcohol que matan la inspiración de sed y aburren a las musas, que se van con otro idiota. Otro idiota que piensa en las calorías, no toma sal y, seguramente, adora la prensa rosa.
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